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CINCUENTA AÑOS DE VIDA 131 Su entrada en la ciudad fué algo espectacular. Los dirigentes iz­ quierdistas tuvieron una reunión en que acordaron impedir por todos los medios la llegada del cuaresmero; pero un grupo de influyentes amigos de los capuchinos acudieron al gobernador y obtuvieron de él garantías de seguridad; el P. Hermenegildo se encontró al entrar en la ciudad con un alarde de fuerzas de policía que lo protegían a cierta distancia. Fué hospedado en casa de don Pedro Sánchez Cruzat, el me­ jor amigo y protector que los capuchinos tuvieron siempre en Jaca. No ocurrió incidente alguno en toda la Cuaresma, gracias al consejo dado al predicador por un socialista destacado de ir por la calle con la frente bien alta, sin dar muestras de temor. Habían expulsado a los capuchinos, y durante cinco años se dejaría oír su voz austera en los pulpitos, avivando sin cesar el fervor religio­ so. No vivían en la ciudad, pero mensualmente la visitaban para pre­ dicar en ella multitud de novenas, ejercicios, retiros y funciones de la Orden Tercera. Los superiores, por su parte, no apartaban la vista de la heredad que la Orden y la Iglesia les habían confiado. Los buenos católicos de Jaca tampoco perdían la esperanza de volver a ver en el Carmen a los capuchinos. En febrero de 1932 recaía en esta iglesia un legado de 8.000 pesetas, por fallecimiento de un señor canónigo de la catedral Pensóse en destinar dicha suma a la edificación del convento sobre la iglesia; pero se opuso a ello el Ayuntamiento republicano alegando que las leyes prohibían edificar sobre las iglesias y, sobre todo, por temor de que los religiosos volviesen a instalarse en Jaca. Por fin se acordó invertir el legado en dotar al templo de calefacción; felicísima idea, que convirtió el Carmen en la iglesia de moda de la ciudad. En el ve­ rano de 1934 quedaba instalada una modernísima calefacción de aire caliente, gracias a la generosidad de los albaceas del testador, que com­ pletaron lo que no alcanzaba el legado. 6 .—Vuelven los capuchinos. Ministerio con los ajusticiados. Se inten­ sifica la labor. Así las cosas, sobrevino el Movimiento Nacional el 19 de julio de 1936. El P. Hermenegildo se hallaba en Jaca desde el mes de junio. Las dos primeras noches del alzamiento fueron trágicas para la ciudad; hubo lucha encarnizada entre los izquierdistas bien armados y las fuer zas del Ejército y de la Guardia Civil; éstas lograron por fin imponerse totalmente; los cabecillas rojos huyeron a Francia, pero fueron muchos los encarcelados y ajusticiados en juicios militares. Entonces se ofreció al P. Hermenegildo ocasión de ejercitar entre aquellos desgraciados un provechoso apostolado durante ocho meses; tuvo el consuelo de confe­ sar a la mayor parte de ellos, proporcionándoles en aquel momento de suprema desesperación la paz de la conciencia. En febrero de 1937 quedó constituida la nueva comunidad de Jaca, compuesta por el P. Hermenegildo, como presidente, P. Cirilo de Arta-

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