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CINCUENTA AÑOS DE VIDA 125 maculado Corazón de María, que lo habitaban, lo cedieran a los capu­ chinos y aceptaran una nueva fundación muy ventajosa en el pueblo de Luesia, nada se pudo conseguir. Tampoco se logró la adquisición de ninguna de las casas contiguas, porque sus dueños pedían sumas de­ masiado elevadas. Y el P. Ramón hubo de dar por fracasado su intento. El señor obispo no desistió por esto. Su sucesor, doctor Frutos Va­ liente, renovó el mismo empeño ante los superiores; pero las dificulta­ des parecían insuperables. Ai tomar posesión de la sede jacetana el doctor don Juan Villar Sanz y comprobar el abandono espiritual de ia ciudad, recurrió de nue­ vo al P. Provincial, que lo era a la sazón el M. R. P. Ildefonso de Ciáu- rriz. El 16 de agosto de 1929 tuvo éste una entrevista con el señor obis­ po, pero salió de ella desilusionado, ya que, en lugar de la iglesia del Carmen, se ofrecía ahora a los capuchinos la capilla de la Virgen del Pilar, sita dentro de los claustros de la catedral. Era imposible aceptar tal ofrecimiento. Por segunda vez fracasaba la fundación en Jaca. De regreso de aquel viaje sufrió un grave accidente de automóvil el M. R. Padre Provincial. Ante las razones alegadas por los capuchinos de que no era posible la buena armonía por mucho tiempo entre las tres entidades que había ’ de integrar la catedral: el cabildo, el clero parroquial y la comunidad religiosa, se avino a entregarnos la iglesia del Carmen. El Definitorio aceptó entonces la fundación. 2 .—Buscando alojamiento. Exitos apostólicos El doctor Villar se dió prisa por realizar los trámites necesarios^ y urgió la pronta instalación de la comunidad; hubo que acceder, sin es­ perar a que el P. Provincial regresara de su visita canónica a América. El 4 de febrero de 1930 fué enviado a Jaca el ¡R. P. Bartolomé de Tu- dela. Guardián de Pamplona. Mientras buscaba un piso apropiado, hos­ pedóse en el seminario. Por fin el día 20 del mismo mes ocupó la casa número 11 de la calle del Sol (hoy Costa), que además de su aUquiíer excesivo, ofrecía pésimas condiciones higiénicas. En sus dos pisos, estre­ chos, mal distribuidos, oscuros y desvencijados, se unieron al P. Bar­ tolomé en días sucesivos los Hermanos fray Eleuterio de Olio y fray José de Goñi y el F. Modesto de Lecumberri. El P. Bartolomé, superior interino, predicó aquel año la Cuaresma en la catedral; el P. Gumersindo de Estella dirigió varias tandas de Ejercicios a señoras y señoritas; el P. Miguel de Pamplona los dió a los caballeros. La asistencia era numerosísima; las comuniones incalcula­ bles. Jamás se había visto una manifestación religiosa como aquella en Jaca. El P. Modesto predicó en la catedral el Septenario de Dolores. 3*1 fué sólo el ministerio de la ciudad; también los pueblos recibie­ ron la visita del capuchino. El P. Modesto predicó tres misiones en otros tantos pueblos.

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