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116 FECUNDA PARENS piedra de la iglesia y estaban ya echados sus cimientos. La obra colo­ sal estaba en marcha, pero ¡cuántas vicisitudes habrían de ponerse de por medio antes de verla terminada! En vista de que la Provincia no estaba en condiciones de afrontar los gastos de la empresa, el P. Pietro lograba una partida de nuevos fondos que ahora serían destinados a la construcción del convento; éste, en efecto, entraba en el proyecto total del Monumento; en los planes del autor del mismo el edificio habría de servir no sólo para albergar a los religiosos, sino también Hospedería para los familiares de los caídos. El gobierno italiano otorgó, en efecto, una nueva concesión de un millón de pesetas con este fin. El conjunto monumental sería entregado en usufructo a los capuchinos, con la obligación de custodiarlo y conser­ varlo. A fines de año estaba ya echada la cubierta de la iglesia, la torre avanzaba también con rapidez; pero el convento estaba aún sin comen­ zar, debido a que el arrendatario de los terrenos se negaba a dejarlos. Por fin el 20 de abril de 1943 pudo bendecir el local el M. R. P. Ilde­ fonso de Ciáurriz, Guardián del convento. Las obras siguieron sin con­ tratiempos en la primera mitad del año 1943. Pero en julio del mismo año los aliados desembarcaban en Sicilia y en Italia se consumaba la triste tragedia; Mussolini se veía precisado a dimitir; seguía después la rendición de Italia y la irrupción en ella de los alemanes para pro­ seguir la lucha. Todo esto y la liquidación final de la guerra mundial iba a influir fuertemente en la marcha de las obras de Zaragoza» En septiembre de 1943 comenzó a tomar mal cariz el asunto; el di­ nero por el gobierno italiano desembolsado hasta entonces era absolu­ tamente insuficiente, sobre todo por el encarecimiento incesante de los materiales de construcción y de la mano de obra. La Provincia propuso a la Embajada italiana pagarle las 2oo.o~ i pesetas que iban gastadas en el convento a condición de proseguir por su cuenta la construcción del mismo y de asegurar el usufructo perpe­ tuo de la iglesia y de la torre. Iba a comenzar el duelo frío de proposi­ ciones y contraproposiciones, bases y contrabases entre la Embajada y 1? Provincia, y un forcejeo continuo por ambas partes para quedar dig­ namente satisfechos. Se daban a los superiores garantías morales de la futura entrega del convento si la Provincia lo terminaba, pero ellos no se contentaban sino se llegaba a la entrega efectiva; y obraban con­ forme a razón en la situación en que se hallaba Italia. En diciembre de 1943 marcharon a Madrid el P. Provincial, M. R. P. Serafín de Tolosa, y el primer Definidor, M. R. P. Ricardo de Lizaso para discutir personalmente con el Embajador italiano las condiciones de entrega, a fin de que la Provincia se hiciera cargo de la continuación de las obras. Las exigencias del Embajador fueron exhor hitantes: la Provincia tendría que aprontar cerca de dos millones de pesetas; el convento quedaría no obstante propiedad del gobierno ita­ liano; tendría que construirse dentro del año 1944; los religiosos esta­ rían obligados a albergar en elf convento a los familiares de los ’caídos

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