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CINCUENTA AÑOS DE VIDA 105 Más tarde fueron llegando los demás religiosos que habían de cons­ tituir la primera comunidad: fray Estanislao de Burlada, fray Ignacio de Yaben y el P. Cristóbal de Eraul; después se unió el P. Germán de Pamplona que cursaba en Zaragoza sus estudios universitarios. Mediante los buenos oficios de don Pedro,Luna compráronse cinco parcelas, que sumaban en tctal 1.149 metros cuadrados y otras dos de 580 metros cuadrados. Sobre este amplio solar había de levantarse la casa. El día 13 de junio se dió el primer azadonazo para abrir los ci­ mientos. Los planos aprobados eran obra del arquitecto de la ciudad don Antonio Merlo y su ejecución corría a cargo del contratista don Jo­ sé Idoipe Ruesca. No cesaron las dificultades. Ya hemos indicado que varias Orde­ nes religiosas andaban rondando por los mismos lugares. Ahora la d i­ ficultad venía de los Padres corazonistas que tenían autorización para fundar y se habían establecido provisionlmente hacía varios años en e! barrio de las Acacias. El señor arzobispo había cedido ahora otor­ gándoles su beneplácito, pero el prelado de Huesca, por fortuna, se mos­ tró decididamente a nuestro favor. El P. Ignacio hizo una contundente exposición, para ser presentada al Nuncio, en contra de las pretensiones de los corazonistas, fundándose sobre todo en que sólo los capuchinos se habían avenido a fundar primero al otro lado del canal, que era la condición para establecerse después en el interior. Todo se resolvió mer­ ced a las seguridades ofrecidas por el señor Obispo. Después pretendieron también fundar los Padres carmelitas. Para todas estas Ordenes religiosas ha habido por fin espacio en Zaragoza y sin temor a estorbarse mutuamente. El día 30 de junio pudo colocarse solemnísimamente la primera piedra del convento. “ Fué un acto —decía “ El Noticiero” al día siguien­ te— de verdadera confraternidad cristiana, durante el cual se fundieron en un mismo sentimiento de piedad y entusiasmo autoridades, clero y pueblo” . El alcalde de la ciudad hizo notar en su discurso que aquel acto tenía para con los hijos de san Francisco, injustamente vejados un siglo atrás, “ carácter de reparación y arrepentimiento” . Ofició el señor Obispo de Huesca y asistió el gobernador. El prelado trazó con estas pa­ labras el porvenir de la nueva fundación: “ Viene, como la Iglesia, a remediar necesidades del pueblo y a restaurar lo que la revolución destruyó. Pobre en recursos, pero rica ¡en esperanzas, levantará cobijos donde el pobre tenga pan y fe, patria y religión” . Desde un principio se tenía el plan de construir la casa en tres tiempos, ateniendo a las posibilidades económicas de la Provincia. Pri­ mero se construiría un cuerpo de edificio donde instalar la residencia y una capilla provisional suficientemente capaz para las necesidades es­ pirituales del barrio, hasta que viniera la construcción de la iglesia de­ finitiva. Posteriormente, junto a este cuerpo central, se alzaría, por la parte norte, la futura iglesia; y por el lado sur, otro lugar destinado a escuelas y biblioteca.

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