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104 FECUNDA PÁRENS Nombrado al año siguiente Arzobispo monseñor Rigoberto Dome- neeh, encontró menos dificultad en que se fundase en los suburbios, donde apenas había asistencia religiosa, pero había inconvenientes para fundar en el interior de la ciudad, por razón de las pretensiones de otras Ordenes religiosas y del perjuicio que se seguiría al clero secular. Así lo manifestó el siete de agosto el señor Arzobispo a don Manuel Irurita, a quien el M. R. P. Joaquín de Beriáin había recurrido como intermediario. Al cabo de un par de años (24 de abril de 1927) se logra vencer la actitud del Arzobispo, quien no tiene inconveniente en que se funde ya en el barrio de Venecia, con la correspondiente licencia del Ordinaríc de Huesca. Y aquí surge otra dificultad: la concesión para fundar ob­ tenida de Roma por los Padres redentoristas. El Arzobispo no se avenía a las dos fundaciones. La dificultad se allanó pronto, porque no agra­ daba demasiado a nadie fundar en tal barrio. La autorización de la Santa Sede fué comunicada por el señor Nun­ cio con fecha de 19 de julio del mismo año para fundar dentro de la Parroquia de Santa Engracia “ allí donde señalaren los dos señores Obispos interesados en el asunto” . El permiso del Obispo de Huesca fué generoso: la extendía a otra ulterior fundación más al interior de Zaragoza, una vez realizado en menores proporciones el proyecto del barrio de Venecia. La fundación. Y comienza la crónica de la fundación así: “ El día 10 de enero (de 1928) llegaron a Zaragoza los dos religiosos destinados a la fundación: el M. R. P. Ignacio de Pamplona, recién vuelto de la misión Chile-Ar­ gentina, y el Hermano fray Severo de Satrústegui” . Para el muy ilustre señor D. Juan Buj, canónigo del Pilar, y para la familia de doña Petra Ruesca de Idoipe hace consignar el cronista su gratitud por la caridad con que se interesaron por los religiosos, cuidando de todas sus cosas. El P. Ignacio halló muy buen recibimiento tanto en el señor Arzo­ bispo como en el párroco de Santa Engracia. Este le invitó a predicar todos los domingos en la Misa última de la Parroquia. Hechos los tanteos para buscar domicilio a los religiosos y un ora­ torio, se aceptó el amable ofrecimiento de doña Rosario Pou, Viuda de Gómez, que puso a disposición de los Padres una capillita propiedad suya, con privilegio de oratorio público. Los cinco meses de preparativos antes de colocar la primera piedra del convento se celebraron en ella los cultos. El día 2 de febrero, con asistencia del M. R. P. Ildefonso de Ciáurriz, se inauguraron solemnemente las funciones sagradas. Mientras tanto las homilías semanales del P. Ignacio en Santa En­ gracia, que habían de estar a su cargo durante dos años, y sus sermones en otras iglesias iban llamando la atención de la ciudad sobre la pre­ sencia de los capuchinos.

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