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CINCUENTA AÑOS DE VIDA 103 tura al nuestro; al este, la barriada de San José y de Cuber, con sus 30.000 almas; y la prolongación de la vieja ciudad en el barrio inmenso de las Delicias, con igual número de miles, por el lado del poniente. Para una población que llega a los 300.000 habitantes y que au­ menta a razón de diez mil por año desde que acabó nuestra guerra, hay solamente quince Parroquias, pero de tal manera enclavadas todas en el casco de la ciudad, que por fuerza han de quedar desatendidos los ex­ tremos. Por lo que se refiere a la zona en que vivimos, empeora la situacióii la división ya multisecular de la ciudad en jurisdicción de dqs distintas diócesis: la de Zaragoza, a la que pertenecen la mayoría de las Parro­ quias, y la de Huesca, a la que únicamente pertenece la Parroquia de Santa Engracia, en cuyo territorio se hallan enclavados nuestros con­ ventos. Cuenta Zaragoza con residencias de dieciseis institutos de religiosos por lo menos, más otras tres dedicadas exclusivamente a la enseñanza: en total unas y otras tienen once colegios; por lo tanto son pocos los ins­ titutos dedicados de lleno al ministerio sagrado. Hay doce conventos de monjas contemplativas, veinte de enseñanza, treinta de beneficencia, cinco de diversas actividades y otras siete iglesias. Casi la mitad cae bajo la jurisdicción de Huesca. Si todas estas iglesias y colegios se llenasen cada domingo, sería un consuelo, pero no hay tal. El tanto por ciento de los aragoneses que no cumplen sus deberes religiosos, aunque en detalle sea muy difícil de ave­ riguar, es muy elevado; queda un margen amplísimo para toda labor cristiana. Primeros pasos. Veinticinco años hacía que la Provincia buscaba instalarse en Za­ ragoza. Pero el año 1924 es el de las tentativas definitivas. En esa fe­ cha comienzan a cruzarse alguna que otra carta entre el M. R. P. Ilde­ fonso de Ciáurriz, a la sazón Provincial, y el señor Obispo de la dióce­ sis de Huesca, el agustino fray Mateo Colom y Canals. El día 4 de marzo pidió el P. Provincial autorización para fundar una residencia en la Parroquia de Santa Engracia, obteniendo a los dos días el beneplácito del Prelado. La fundación comprendería, al parecer, dos casas, una en el casco de la ciudad y otra en alguno de los barrios. Cinco o seis Ordenes religiosas buscaban por entonces introducirse en Zaragoza. Los Padres agustinos hacían gestiones para instalarse en la iglesia y casa de San Juan de los Pañetes, cerca del Pilar, pero er. octubre del citado año habían desistido al parecer de la fundación en dicho lugar; en consecuencia el párroco del Pilar ofreció aquellos edifi­ cios para nuestra fundación, bajo ciertas condiciones. No cuajó la ofer­ ta; la principal causa fué la situación de sede vacante del Arzobispado.

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