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98 FECUNDA PARENS la del año siguiente, 1925, que se componía de cinco trenes con unos 4.000 peregrinos; esta tercera gran manifestación de piedad mariana fué recompensada por la Virgen blanca del Pirineo con la curación milagrosa de una joven del pueblo de Arrona. Pero desde entonces la Cofradía de Nuestra Señora de Lourdes hubo de renunciar a organizar a su nombre las peregrinaciones por haber reclamado este derecho la Junta Diocesa­ na de Peregrinaciones; en los años siguientes siguió colaborando con dicha Junta en los preparativos, aun económicamente. Por fin en 193 i se suprimieron las peregrinaciones y hasta la fecha no han vuelto a organizarse. El culto de Nuestra Señora de Aránzazu. Dada la devoción de los guipuzcoanos a su Patrona, no es de extra­ ñar que nuestros religiosos fomentaran la devoción a la Virgen de Arán­ zazu desde un principio. Por iniciativa de un matrimonio procedente de Oñate se organizó en 1910 una peregrinación al santuario de Aránzazu, presidida por el superior P. Alfonso de Morentin, nombrado por el señor Obispo Director Espiritual de la misma; tomaron parte en ella cien ■ peregrinos donostiarras. Fruto de aquella peregrinación fué el altar de­ dicado en la antigua capilla a la Virgen de Aránzazu y la Novena anual de preparción para la fiesta; las peregrinaciones continuaron anualmente con un triduo previo de preparación cuya predicación se encomendaba a algún Padre franciscano. En 1920 pasaron de setecien­ tos los peregrinos. No se aceptó la propuesta hecha por los franciscanos de que radicara en nuestra capilla la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu, quedando bajo nuestra dirección, por temor de que con ello decayera la Cofradía de Lourdes. En 1926 fundaron los Padres franciscanos en la barriada de Atocha y, como era de justicia, desde aquel año los capuchinos declinaron en ellos el honor de preparar y dirigir las peregrinaciones. Pero siguió ce­ lebrándose en nuestra iglesia la Novena, que desde 1928 es predicada los nueve días. Los Jueves Eucarísticos. Desde los primeros días de la fundación se procuró dar la mayor importancia al culto eucarístico; varios días a la semana se hacia con exposición mayor la función de la tarde y después todos los días se rezaba el rosario al menos con exposición menor. En los Primeros Vier­ nes se tenía expuesto durante el día el Santísimo y llegó a organizarse un turno .de vela de hombres y mujeres en 1928, que subsistió durante varios años. El M. R. P. Ladislao tuvo gran interés en establecer la Archicofra- día de los Jueves Eucarísticos y dió para ello todos los pasos necesarios;

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