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94 FECUNDA PARENS ta para venerar la imagen a su gusto. Al día siguiente comenzó la solem­ ne novena predicada por el P. Miguel de Pamplona. 5 .—Cancelando la deuda y llevando la obra a su coronamiento. En julio de 1933 era nombrado superior el M.R.P. Serafín de Tolosa, que había de regir la comunidad por espacio de seis años en circunstan­ cias particularmente delicadas. La primera preocupación era entonces la amortización de la enorme deuda, que impedía todo otro gasto por necesario que pareciera. Sobre­ vino luego la guerra civil española y las breves, pero peligrosas semanas del dominio rojo en la ciudad (del 18 de agosto al 13 de septiembre de 1936). El P. Guardián, que autorizó a sus religiosos, conforme a las ór­ denes recibidas del P. Provincial, para vestir de seglares y refugiarse en las casas, permaneció en el convento sin despojarse del hábito ni ra­ surarse la barba. La iglesia se abrió al culto todos los días; pero en la Porciúncula hubo que cerrarla bajo las serias amenazas de las fuerzas del Frente Popular; siguió cerrada hasta que el 8 de agosto se pudo con­ seguir del Comisario de Orden Público autorización para reanudar los cultos bajo la responsabilidad del superior. Los religiosos no sufrieron ningún mal trato, aunque se hicieron varios registros en la casa. Una bala de cañón, atravesando la vidriera del ventanal del coro, vino a dar contra una de las columnas de la iglesia, pero no explotó. Liberada la ciudad el día 13 de septiembre, vió en poco tiempo tri­ plicado el censo de su población con la multitud de refugiados que huían de la zona roja; la misma comunidad del convento creció notablemente con religiosos catalanes, valencianos y castellanos, que eran atendidos con caridad franciscana. La iglesia resultaba pequeña y hubo tempora­ das en que se celebraban dos funciones por la tarde, una de ellas para los valencianos, madrileños, etc., que se reunían para celebrar las fies­ tas de sus respectivas Patronas, la Virgen de los Desamparados, de la Paloma... Los Padres eran insuficientes para el confesonario, en el cuai pasaban materialmente el día. En aquellos días de exacerbación patriótica no faltaron motivos de sufrimiento y situaciones molestas que pudo superar con tacto y sereni­ dad el M.R.P. Serafín, asegurando nuevamente el aprecio general a los capuchinos. Y todo esto mientras iba rebajando año tras año la cuenta del crédito. De 1939 a 1942 fué superior el R;.P. Dionisio de Unanua, quien, más aliviado en la deuda, se lanzó a la construcción .de los altares, más sen­ cillos que los de la antigua capilla, pero más en consonancia con las di­ mensiones de la iglesia. Los ministerios continuaron su ritmo ascendente: en 1940 sumaban las comuniones la cifra de 265.200. El sexenio del M.R.P. Florencio de Artavia, que entró de Guardián en 1942, señala la cancelación total de la deuda y el coronamiento es

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