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UNA IMPRENTA EN LA PROVINCIA En febrero de 1916, siendo Provincial el Muy Rvdo. P. Antonio de Iroz, tomaba realidad un deseo hacía tiempo acariciado de constituir una Im prenta que, a través de todas nuestras publicaciones, fuese una gran arma de apostolado popular. En efecto, en febrero de dicho año se dieron los primeros pasos para la formación de la actual Imprenta adquiriendo a la Casa Lázaro Hermanos, por solas 4.500 pesetas, un primer equipo de máquinas constituido por una Marinoni, una Minerva, una guillotina, una prensa y un completo surtido de tipos de Imprenta. La Imprenta adquiere nueva vida con el traslado a Barcelona, con fines de especialización tipográfica, de Fray José Ramón de Leaburu, quien, con Fray Pedro de Echarri-Aranaz, que en ese año 1916 también empezaba a trabajar, habían de ser los principales artífices. Se trabaja en publicaciones periódicas principalmente y en 1921 se edita el primer libro, sobre el Congreso de Terciarins, al que han de seguir otros, como Ideales de San Francisco, del P. Lucerna; Los plateros de Carlos el Noble, del P. Mendoza; Loretegui Beria, del P. Francisco de Elizondo; Jesu- kristo Gure Yaunaren Bizia, del P. Policarpo de Iráizoz; Homiliario, del P. Ignacio de Pamplona; Ite... lo que debe saber un misionero, traducción del P. Miguel de Pamplona; A uno de tantos, cartas apologéticas, por el P. Angel de Abárzuza; Colorín Colorado, del P. Angel de Abárzuza; Modo de bien obrar, del P. Aliaga El misionero práctico, del P. Gumersindo de Estella, y otros muchos libros y folletos, que se podrán ver en el catálogo de «Publicaciones de VERDAD Y CARIDAD» que obra en el depósito de la Administración de la Imprenta, o que, ya editados, fueron servidos a sus autores. El año 1926 marca una fecha digna de mención en la Imprenta. Dicho año se adquirió una gran máquina plana de fabricación alemana, como todo el material, medida 70 x 100, a la que se le añadió más tarde un marcador automático de la mejor garantía y de óptimos resultados hasta el presente. Ejemplar admirable de mecánica, que atrae las miradas de los demás impre sores de la capital, cuyos talleres se encuentran en inferiores condiciones tipográficas. Con este valioso elemento, la revista recién fundada, VERDAD Y CA RIDAD, fué cobrando nuevo auge y dinamismo, llegando, en poco menos que cuatro o cinco años, a la cifra de 13.000 suscritores, no superada desde entonces. Beneméritos Hermanos la fueron propagando por todas partes y nuestros Predicadores la dejaban en los pueblos como el mejor recuerdo de Misión. Hoy, a pesar de las nuevas mejoras, apenas si mantiene un difícil equilibrio de suscripciones nuevas y bajas. Las plumas de los Rvdos. PP. Car melo de Iturgoyen, Ladislao de Yábar, Ignacio de Pamplona, Miguel de
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