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6« FECUNDA PARENS las de la mayoría de nuestros conventos, fuera de algún episodio lla mativo que de tarde en tarde viene a animarla. Es la historia de un ministerio constante y .sacrificado, repartido entre la predicación de panegíricos, novenarios misiones y el confesonario. Desde el primer momento en que se instalaron en Estella, comen zaron los capuchinos a desplegar sus actividades por todos los pue blos de la merindad; desde los diminutos pueblos que se cobijan bajo las rocas de la sierra de Urbasa hasta tos más poblados que duermen arrullados por las mansas aguas del Ebro. Por toda esta zona los ca puchinos de Rocamador han dejado oir su voz y la han dejado oír pres tigiosamente. En todos los pueblos, como tal vez en ninguna parte, se- guarda el recuerdo de los Padres que por ellos han pasado con res peto y veneración. Por gran parte de ellos está extendida la Orden Tercera y los terciarios sienten deseos de que se les atienda. Sin intentar establecer comparaciones, puede considerarse a este convento como uno de los centros más aptos para la predicación. Los pueblos de su demarcación son por lo general grandes; los párrocos, tal vez por necesidad, afectos; no existen en toda la comarca otros re ligiosos que se dediquen a la predicación. Los superiores se ven obli gados a rechazar multitud de peticiones por falta de Padres. Una prue ba de ello son los 213 sermones predicados en un año por los doce Pa dres que formaban la familia conventual, de los cuales cinco eran profesores, y ello, descontadas las Semanas Santas, qne suelen ser tan tas como Padres disponibles, y las tres Misiones y una Cuaresma, que se predicaron en dicho año. Otra de las actividades, muy dignas de tenerse en cuenta, es la labor oculta, silenciosa, del confesonario. Es de menos brillo, pero más eficaz. Todos los jueves, en que la gente de la merindad acude al mer cado, aprovechando el viaje para confesarse, y los sábados por la tar- te, se ven muy concurridos los confesonarios. En la víspera de los Primeros Viernes, de lós Siete Domingos de san José y de muchas otras fiestas gastan cinco horas tres Padres en este ministerio. Como comprobante de la labor eficacísima realizada por los reli giosos del convento de Estella, presentamos el siguiente fragmento de una carta dirigida por un sacerdote a uno de los superiores y conser vada en el archivo conventual: “ No soy de esta tierra ni la conocía; pero en los años que llevo ejerciendo el ministerio me he podido convencer de que rio hay otra región donde tan arraigada esté la fe de Cristo... Y este conservarse la fe tan pujante en estos corazones a mi me parece que se debe en gran parte a sus religiosos, que con sus predicaciones, su buen ejem plo, su porte de austeridad... ejercen una especie de fascinación so bre estas gentes...” Esta carta vale pov todas las apologías que se puedan hacer sobre los frutos obtenidos por la comunidad de Estella en los cincuenta años de su historia,
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