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52 P. ANTONIO DE ALCACER Vista de por fuera la choza da la impresión de una pirámide, pero con base elíptica; las partes laterales son paralelas y los extremos forman semicírculo . El ín– terior da la impresión de una iglesia rústica, de paja, con tres naves. A los lados se abren varias puertas, cuyo número en defmitiva depende del tamaño del bohío. Por lo general son cuatro ,más dos a los extre– mos . Suelen tener un metro de alto por 50 centíme– tros de ancho. Por la noche y cuando el caney está desocupado, dichas puertas quedan cerradas por varias palmas . Además de estas aberturas, posee el bohío otros orificios, en la parte inferior de las paredes laterales, de tamaño pequeii.o y que sirven para observar lo que sucede afuera, sin ser vistos los que se hallan en el interior. Dentro de esta choza comunitaria cada familia ocu– pa su sitio reservado. Cuelgan los chinchorros en las naves laterales y acomodan de la mejor forma posible el fogón familiar en el estrecho campo que les corres– ponde. En la parte superior del caney, en el zarzo, po– dríamos decir, colocan toda clase de flechas y arcos, así como las caña s de que se valen para la confección de aquéllas armas. Aunque la choza posee cierta ventilación, no obs– tante el ambiente interior permanece, sobre todo por la noche, bas tante enrarecido a causa del humo y de la poca higiene. Colgando de las paredes de la choz::J aparecen en gracioso desorden multitud ele objetos : cestas, chincho– rros, calabacines, guayucos, faldas, plátanos y algunos comestibles más. POBL AM IE NTO La sociedad motilona ( los antiguos cronistas llama– ban " la nación motilona") está dividida en varios gru-

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