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CULTURA DEL PUEBLO MOTILON 51 el que abunde el pescado; que el lugar no sea húmedo ni pantanoso; que tenga cerca algo de tierra apta para el cultivo, y sobre todo, que esté dentro de los límites propios del grupo en cuestión. La vivienda, si bien es común para toda la parcia– lidad, tiene dentro de la misma una distribución equi– tativa, de forma que a cada familia le corresponde un sitio propio. Escogido el lugar más conveniente, rnlan en su con– torno una extensión de aproximadamente 200 metros a la redonda y le prenden fuego. Después aprovechan los troncos que están en buen estado para soportes ele la choza. H echa la debida limpieza, todos toman par– te en la labor constructiva . Los hombres acercan los troncos y ios podan; las mu jeres se ocupan en apilar palmas y bejucos. Plantan aquéllos en el suelo varios palos resistentes, especie ele columnas, y sobre los mis– mos tienden cuatro travesaños formando un cuadrilá– tero. Apoyfodose en dichos palos colocan luego otros de menor grosor, los que vienen a unirse en la parte superior de la choza, en donde queda la cumbrera: una gruesa viga que sirve de contrapeso a las fuerzas late– rales. En sentido longitudinal y como formando una red algo tupida colocan otros troncos, cortados por la mitad, los que quedan unidos a los primeros por me– dio de resistentes bejucos. Toda esta labor ha estado al cuidado de los varones. Mientras tanto las mujeres han ido amontornmdo las hojas de palmera real, llama– da por los motilones "soaira", y llegado el momento, las van acercando a los hombres, quienes desde dentro y comenzando por arriba, las colocan con extrema ha– bilidad en el armazón, de tal forma que el estípite en– vuelva el tronco y la palma quede por fuera. Al mismo tiempo, otras mujeres se dedican· a elaborar las cestas y los chinchorros que servirán, como nuevos mu-ebles y utensilios, para comodi2ad de todos.

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