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48 P. ANTONIO DE ALCACER las partes pudibundas de los varones . Tanto aquellas como éstas están hechas de hilo de algodón, con una técnica de trenzado simple, uniforme y muy tupido, al que cruzan longitudinalmente varios listones de hilo de distintos colores, aunque sin resultar en dibujos o jeroglíficos de ninguna clase. Las faldas son enterizas y sumamente resistentes. Estas, lo mismo que los gua– yucos, son de diversos tamaños, según la estatura de las personas a las que se destinan. Para la elaboración de estas telas tienen los motilo– nes unos telares sencillos, formados por dos estacas verticales clavadas en el suelo, que están cruzadas en su parte superior por dos palos ajustables, de distintos tamaños, según la anchura de la tela. VESTIDO La indumentaria del motilón es escasa, casi nula. Ni su cultura, ni las labores a que se dedican, ni el mismo clima les permiten usar ropa más complicada . La mujer lleva, casi desde su infancia, una faldita que le cubre parte del cuerpo, desde la cmtura hasta la rodilla. Suele ser bastante ancha, con el objeto de podérsela doblar en el lado derecho y anudar en la parte superior. El único "vestido" del varón es el guayuco, que comienza a usar desde la pubertad. Suele tener unos 30 centímetros de largo por 12 de ancho. Le cubre tan solo parte del miembro viril y deja al descubierto el resto. Para colocárselo se lo dobla en la trenza que rodea su cintura y simplemente lo deja colgar. ADORNOS Y TOCADO El indio motilón es austero; no gusta de adornos multicolores. Simplemente se contenta con unos burdos
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