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30 P. ANTONIO DE ALCACER PERSONALIDAD Y CONDUCTA El motilón tiene sus sentidos muy desarrollados, particularmente la visión y el oído; se han visto casos extraordinarios, sobre todo, en cuanto a su agudeza per– ceptiva de los sonidos. Toda su parte sensorial está vívamente desarrolla– da. Sus tendencias instmtivas son fuertes: se le ve siempre dispuesto a comer, aun muchas veces después de las comidas, en las que poco controla sus instintos. Todos los individuos, pero en especial el varón, expe– rimentan fuertes necesidades sexuales, aunque las con– trolan a su modo, como luego se verá. El barí es de ánimo reposado y tranquilo. Solo cuando se le incita, especialmente de parte del blanco, siente bullir su sangre y se le ve corajudo y hasta fie– ro . Con los suyos es siempre pacífico, jamás penden– ciero. Entre ellos no se ven riñas ni discusiones acalo– radas. "Es entre esta nación - decía ya Sebastián Gui– llén, pacificador de los motilones en 1772, junto con el capuchino, P. Fidel de Rala- indisoluble instituto la paz y conformidad entre sí, y el herirse o quitarse las vidas unos a otros lo estiman por crimen delito" (25). El motilón es amante de la verdad; no le gusta mentir ni que le engañen, ni siquiera por broma. "Es uno de los inviolables atributos entre los motilones - decía Guillén- la religiosidad de la verdad, aborre– ciendo con tedio la mentira". Posee el motilón un elevado concepto de sí mismo. El - según su sentir- no es como las demás tribus nativas circundantes; ellos son superiores a los "yu– pas", moradores de la Sierra de Perijá. Al blanco le (25) A.N.C., Milicias y Marina, t. 121, f. 130-150. El documento completo, muy importante por cierto, puede verse en mi obra "El Indio Motilón y su Historia". pp. 257-277.
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