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P. ANTONIO DE ALCACER motilonas. Seis más captó en similar labor Carlos Gu– tiérrez, en Tarra. Con solos estos vocablos pudo afir– mar Paul R1vet que ta1 lengua no tenía ninguna simi– litud, "nada que ver", con la de los Yuko o Yupa ( 22). En 1947 el P. Cayetano de Carrocera halló en la Biblioteca Nacíonal dé Historia, de Caracas, el Vocabu– lario Motilón del P. Francisco de Catarroja, que sir– vió de base para un estudio realizado por Rivet y Ar– mellada, del que antes hablamos, y en el cual se esta– blecen varios puntos de sumo interés: Ante tocio, dicho vocabulario coincide con varias palabras de las captadas por Reichel-Dolmatoff y Gu– tiérrez: dos son ig~iales y siete pertenecen a la misma familia lingüística. El estudio lexical del vocabulario del P. Catarroja prueba con toda la evidencia posible -decían Rivet– Armellada- que el Dobokubí (Barí o Motilón) no es un dialecto Karib y permite afirmar que se trata de un dialecto ele la familia Chibcha. El vocabulario comparado Dobokubí o BaríChibcha da no menos de ciento sesenta aproximaciones evidentes. Al presente se ha podido comprobar que el idioma habbdo por los actuales motilones comcide fundamen– talmente con el vocabulario redactado por el P . Cata– rroja, con las inevitables diferencias clebídas al tiem– po y a las regiones. Si la lengua permite diferenciar netamente a los Yuko o Yupa de los Barí, otro tanto hay que Óecir del análisis sanguíneo de ambos grupos.- Efectivamente, "los motilones, al igual que la mayoría de las tribus indígenas americanas pertenecen en su totalidad al gru– po O, F.h? D~" positivo, lo que revela la pureza de (22) Journal de la Socleté des Americanistes, año 1950, pp. 15-57.

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