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24 P. ANTONIO DE ALCACER "Los Motilones se extienden en más de trescientas le– guas, repartidos en caneyes, compuestos regularmente de sesenta indios de macana" ( 20). De forma que tenemos un territorio de unas tres– cientas leguas de circunferencia, dentro del cual estaba comprendido todo el habitat motilón. Claro que no todo poblado por dichos indios. Trátase, más que otra cosa, del lugar, muy extenso por cierto, sobre el que ejercían su influencia los motilones. ¿ Y cuál era. concretamente, el centro de esta c. t· cunferencia? No todos los antiguos exploradores están de acuer– do en este punto. Para unos era el río Zulia; para otros el Catatumbo, y para algunos, el Sardinata. Podemos decir, uniendo tales pareceres, que el eje de tan ex– tenso habitat lo constituía ( y aún lo es) el Catatumbo y sus afluentes, los río de Oro y el Intermedio. Todos los grupos, ubicados en distintos y distantes caneyes, formaban un único conglomerado etno-lingüís– tico, como nos lo dan a entender repetidamente los que recorrieron su habitat . A todos los reconocen co– mo idénticos, con la misma lengua y costumbres se– mejantes. Solo posteriormente, hacia 1790, se advier– ten algunas anomalías, explicables por el cambio radi– cal que se acababa de operar, con motivo de la pacifi– cación, entre los diferentes grupos motilones. Así, cuan– do los misioneros capuchmos visitaron algunos ranchos próximos al río Catatumbo, al ver algunos de los bo– híos reducidos a cenizas y preguntarles a sus antiguos moradores cuál era la causa de tal estado de cosas, respondieron que la culpa la tenían los indios que mo– raban río arriba, los cuales, según los misioneros pu– dieron observar, "se mantienen por lo común en mu- c20> A.N .C., Milicias y Marina, t. 121, f. 297.
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