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CULTURA DEL PUEBLO MOTILON 93 se hace entre ellos despreciable esta carne". Y añadía: "No se les conoce idolatría, ni menos se encuentra en– tre ellos simulacro alguno, a quien puedan dar adora– ción" ( 47 ) . Admiten, aunque en forma confusa, la existencia dentro del cuerpo humano de una especie de hálito o soplo ( el alma ) que se esfuma por la nanz y los so– bacos, c,uando el sujeto muere. Entonces dicho espíri– tu queda libre, al parecer vagando por arriba, "buia", en un lugar indeterminado en el firmamento "barun– na". Esto coincide en muchos puntos con la relación que a fines del siglo XVIII hacía Antonio Patiño de Haro, uno de los pacificadores de los motilones por el lado de Ocaña, sobre lo acaecido con cierta india que murió sin bautizar en el poblado motilón de As– tiilero: "Los indios la botaron -nos dice- y llorando dixeron que Baructa, que así llaman al maligno, se la llevó, por no haber habido Padre que la bautizara" ( 48). "Baructa", según el vocabulario del P. Cata– rroja, significa nube. No es de extrañar que los indios señalaran a Patiño el cielo o las nubes para darle a en– tender hacia dónde se la había llevado el espíritu maligno. En 1754 escribía el gobernador de San Faustino de los Ríos, don Buenaventura de Flotas y Sepúlveda: "Los pocos (motilones) que se han sacado de sus lu– gares, emperrados del captiverio y sujeción en que se han visto como esclavos, se han matado ellos mismos con el vicioso uso de comer carbón, tierra o ceniza, cre– yendo que con morir no les resulta más que descanso y libertad e ir a verse con los suyos" ( 49). Clara mani– festación de la creencia motilona en la supervivencia de las almas. (47) A.N.C., 1'1ilicias y Marina, t. 121, f. 130 ss. (48) A.N.C., Caciques e Indios, t. 4. (49) A.N.C., Milicias y Marina, t. 116, f. 779 ss.

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