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CULTURA DEL PUEBLO MITTILON 89 mismos en número ( quizá un poco menos ) que hace dos siglos, cuando fueron pacificados por primera vez. Total, que la idea del "primitivo feliz" es una pura farsa. No hay tal supuesto. Todo lo contrario. Lo ve– mos entre los motilones: sus condiciones físicas, fisio– lógicas y morales, el medio ambiente en que discurre su existencia; los medios rudimentarios de que dispone para defenderse y supervivir. . . todo nos está demos– trando que ese tipo rusoniano, tan en boga en pasadas décadas, no se ve por doquier. El motilón atribuye la enfermedad y toda clase de males fortuitos que le sobrevengan a causas superiores y misteriosas. Tiene un vocablo para designar dicho es– píritu, causa del mal: "Dabiddú". Así, cuando alguien cae enfermo, afirma!"! que Dibiddú lo agarró de la mu– ñeca, y si se muere, aseguran que Dabiddú se io llevó. Los motilones son fatalistas en sus apreciaciones respecto a las enfermedades. Supuesto que Dabiddú se ha cebac!o ya en su presa ( el enfermo) y sus poderes son superiores a los de los hombres, por lo general, entonces nada queda por hacer; lo mejor es dejar mo– rir tranquilamente al enfermo: lo abandonan, y si se trata de una enfermedad grave, lo dejan solo en la cho– za o en el camino y dejan a Dabiddú cumplir su ley inexorable. El lector comprenderá que con tales creencias son prácticamente nulas las medicinas usadas por los moti– lones . Tan solo emplean en los casos de menos con– sideración, por ejemplo, a los que están afectados de un resfriado o un catarro, una pasta hecha de hojas de tabaco y aplicada como ungüento en el pecho. Si la fie– bre aumenta, el mismo paciente suele hacer de prac– ticante cortándose en diversos lugares para producirse sangrías; con ellas espera calmar momentáneamente o defmitivamente la fiebre. Como ésta en muchas ocasio– nes no baja, sigue el individuo u otro en su lugar, cuan-
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