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¿ Quién olvidará el nombre de aquellos admir¡¡,bles Ca– puchinos que fueron Fray Nicolás de Odena en Cantaura·. Fray José de Marauri en Petare, Fray Gaspar de los Arcos en Maiquetía, el Padre Aguilar en Antímano, Fray Olega– rio de Barcelona en Caracas? Estos pertenecieron a las magníficas falanges de hijos de San Francisco que a mitad del pasado siglo fueron traídos a Venezuela para atender al servicio religioso del país; y su permanencia aquí sirvió prodigiosamente para conservar la llama de la fe y fomen– tar el cultivo de la sólida piedad, como paradigmas de la austeridad más rígida, en la absoluta penuria de clero y abandono consiguiente del cuidado de las almas, que en– tonces se padecía. En la última década del mismo siglo XIX vuelven a reinstalarse los Capuchinos en V enezuela. Y a se iniciaba en la República la benéfica reacción contra el impío sec– tarismo que por largos años estuviera inscrito en el cartel de una personalista causa política. Fue entonces cuando la Autoridad Eclesiástica les concedió por residencia la igle– sia de la Merced. Los nuevos Capuchinos han cooperado con largueza al resurgimiento católico entre nosotros. Ellos nos acompaña– ron en el esfuerzo para salir de la profunda postración re– ligiosa en que nos hallábamos; ellos hubieron de sufrir el furioso embate de la impiedad o de mines celos, en la na– tural irritación del sectarismo en desconcierto contra el fervor que despertaba; ellos participaron gallardamente en nuestras luchas por el honor de la Iglesia y el prestigio de la verdad católica en los espíritus. Y, ya proveyendo al in– cremento del culto en su iglesia, ya auxiliando a los párro– cos en la pesada tarea de socorrer las almas, ya siguiendo a los Prelados en sus visitas pastorales, ya recorriendo el país en excursiones de copioso fruto espiritual, ya en fin, de facción permanente en los grandes centros, particular– mente Valencia, Barquisimeto, Maracaibo y Cumaná, su actividad en favor de nuestros intereses sobrenaturales ha sido harto notable, y deben ellos contarse entre los facto- XI

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