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y en otra nube la altura trasparente cruzó el querube. N J dejes, Virgen Santa, Madre querida, mi esperanza, mi amparo, mi luz, mi vida, no dejes que se borre de mi memoria de las rosas hermosas la triste historia; y en dulce calma, · sin soberbia ni orgullo viva mi alma. Que al final de la muerte , que la consterna, cuando tenga pri ncip io la vida eterna, y el Angel de mi guarda su vuelo eleve, tan modesta l::i vea que se la lleve, como a la rosa, a vivir a tu lado siempre dichosa . MANUEL JoRRETo Y P. De «Nueva Pampeya » ( BUENOS AIRES) - 179 -

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