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btme doode apatdentas tus ganados, dónde descansas p·or la ardiente siesta: dime en qué carrizales embreñados, en qué vall es profundos y collados, en qué umbroso pinar o en qué floresta. Dímeio, Pastora mía, luz del día: dímel o por compasión; mira, azucena entre abro jos, que tus habladores ojos me han rnbado el corazón. Muéstrame por quien eres el camino, que lleva a tu cabaña; no en mal hora vaya a darme a correr loco y sin tino con paso extraviado y libertino en busca del redi l de otra pastora. Dímelo, Pastora mía, luz del día, dfmelo por compa~ ió11 ; mira que un ~ola cabello de los que adornan tu cuello, me ha llagado el corazón. M UÑOZ Y PAVÓN PBRO. De «El Adalid Seráfico». J(j(j

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