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Lr. SAo-Lr". Lr. SA0-L1x. Lr. S,10-L1:,.;. Lr. s.. ,o-L1K. L1. SAO-LIK". Lr. S.,o-Lrn. LT. SAo-Lrx. L1. - r9 -- ESCENA IX S,10-Lrn y Lr -Oye, Sao-Lin, ¿ qué tendrá que decir ése al Pa– dre~ ( Se sic11ta11. Sao-Lin en el banco y Li e,¡ el suelo). -No sé. Y tampoco nos interesa. Nosotros, a •lo nuestro, a la lección de catecismo. -¿ Será muy larga? -Todo lo que haga falta. Date cuenta de que pron- to recibirás a Jesús. y que ya no has de ser dia– blillo. -•--1¡ But110 ! --Ayer te explicaba cómo Jesm:i-isto baja en la Santa :-lisa al altar y cómo, lo que antes e\'a pan y vino, queda convertido, por las palabras del sacer– dote, en el Guerpo y Sangre de Jesucristo ¿ Es– tamos? -Sí... (H,-sj1011dc sí 111aq11i11al111c11tc, como Jmede rc:-:po11der NO, está c.01nplctamc11/e distraí- do, i·ohicJl{lo i·cccs la caúc:;a hacia la pl(erla, illlrigado /Jor la anterior co11vcrsaci,:n). -Hoy voy a hablarte del deseo que Jesús tiene de r¡uc los cristianos k reciban en la Comunión, y de .Jas disposiciones ... (Se da. c11.C11ta. de la di;trac– ciún de Li). Pero, ¿ c¡ué se te ha perdido en la puerta, c¡ue miras tanto? -Nada ... --¿ Na,ia? Te trae intrigado lo que habló Liú. Ya veo que hoy no vas a atender ni poco ni mucho... --Pues, cuéntame algún cuento... Antes, cuando el Padre nos contó el de San Tarsicio, no me dis– traje nada. --Tú siempre con cuentos. ¿ Y la lección r Pero, en fin, sea. Lo contrario, será hablar para los ár– boles. -¿ Cómo era aquel que te contó el Padre hace: unos días? -·¿ Cuál? -El de lo., ladrones que iueron a robar a una

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