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CAP. VI.-C0NVENTUALISM0 Y OBSERVANCIA 87 de Corbara con el nombre de Nicolás V. La Orden estaba abocada al cisma. Juan XXII excomulgó al general y a los principales cabecillas; hizo convocar un capítulo, al que casi ninguno acu– dió, y en él salió elegido un amigo del pontífice, Gerardo Endes (Odonis), muy mal dispuesto hacia las exigencias de la pobreza franciscana. Encendióse una fuerte polémica literaria, en que se distinguió Guillermo Ockham. El nuevo general, Eudes, sentía muy poco el ideal francis– cano; se propuso abolir el precepto de no recibir dinero y, de– jando a un lado las declaraciones pontificias, dar facultad a cada provincial para dispensar de la Regla. Afortunadamente, la acti– tud de la Orden y de muchos príncipes y cardenales hizo fracasar este plan. DECADENCIA DE LA ORDEN. El cisma terminó con la sumisión del antipapa y con la muerte de los corifeos de la rebeldía: Miguel de Cesena en 134,2, Bona– gracia en 134,3 y Ockham en 134,9, éste después de reconciliado con la Iglesia y de entregar al legítimo ministro general el sello de la Orden. Pero las consecuencias de aquella postura tan poco acreedora a las bendiciones del seráfico patriarca y del escándalo de tantas luchas domésticas y externas no se hicieron esperar. Ellas figuran notablemente entre los factores que determinaron la decadencia de la Orden en los siglos XIV y XV. Otras causas externas influ– yeron también poderosamente, al igual que en la quiebra de los otros institutos religiosos: la guerra de cien años con sus ruinas y trastornos; la peste negra, que arrebató a la Orden las dos terceras partes de sus miembros y que trajo como consecuencia la falta de selección en los candidatos admitidos para llenar los conventos; el Cisma de Occidente, con la confusión que originó; y finalmente la general disolución de los valores medievales que caracteriza a lo que se ha llamado el ccotoño de la Edad Media)). Se abandonaron en todas partes los eremitorios y se constru– yeron conventos espaciosos. La Orden comenzó a sentir pesada