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CAP. V.-EL GENERALATO DE SAN BUENAVENTURA ... habían correspondido con desconfianza y hostilidad, aplicando a los frailes con todo rigor el derecho antiguo. Gregorio IX había salido en su defensa, inaugurando para los mendicantes un dere– cho nuevo; en adelante, la cura de almas no debería considerarse como exclusiva del clero parroquial. Por su parte, los religiosos provocaban esta actitud de prevención con su conducta y, sobre todo, con el cúmulo de privilegios pontificios de que iban res– paldados. En el Concilio I de Lyon ( 124,5) los obispos alzaron el grito en defensa de sus prerrogativas. La Universidad de París era el segundo gran adversario. La aversión de los maestros seculares de la Sorbona se hizo notar. sobre todo, a partir de 1252; los dominicos tenían dos cátedras a la sazón y los franciscanos una. Se las quitaron en 1253, toman– do pretexto de la negativa de los mendicantes a intervenir en una huelga de la Universidad; ellos recurrieron al Papa, quien repren– dió severamente a los maestros y ordenó devolverles las cátedras. La Universidad negóse a obedecer, y entonces Juan de Parma rn presentó delante de los maestros y estudiantes reunidos y, en cali– dad de general de la Orden, revocó el recurso que sus frailes ha– bían hecho a Roma. Esta actitud reconcilió a la Sorbona con los franciscanos. Después hizo la Universidad causa común con el clero en la lucha contra la preponderancia de los mendicantes. Inocencio IV citó a los maestros a su tribunal; pero Guillermo de Saint-Amour, jefe de la campaña contra los frailes, presentó de tal forma la cuestión al Papa, que le hizo cambiar totalmente de ac_titud. Ino– cencio IV acabó por retirar los privilegios a los mendicantes. Parece que lo que motivó esta decisión inesperada fué la apari– ción de la Introducción al Evangelio Eterno del joaquinita Ge– rardo de Borgo San Donnino. Pero Alejandro IV anuló medio mes más tarde el fallo de su antecesor. La cuestión seguía en pie, y comenzó entonces la polémica literaria. A partir de 1254 se inicia un nuevo género de ataque contra los mendicantes; ya no se les disputan derechos particulares, sino la misma razón de su existencia y los principios en que se fundan. El portavoz de esta campaña sigue siendo Saint-Amour, quien en