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CAP. IV.-DE SAN FRANCISCO A SAN BUENAVENTURA... 63 LA BULA ((Quo ELO."/GAT]\), LA EXENCIÓ:'<. Dos graves obstáculos se ofrecieron bien pronto a este desen– volvimiento, y fueron, por un lado, la desconfianza del clero se– cular, y por otro, el Testamento. En el capítulo general reunido en Asís en 1230, a los cuatro años de la muerte del fundador y dos de su canonización, se propuso la cuestión de la interpretación de la Regh. El ministro general Juan Parenti, que hermanaba a perfección las aspiracio– ciones de los letrados con el genuino espíritu de San Francisco_ afirmó que la Regla no necesitaba declaración alguna y dehía observarse a la letra. Discutiéronse muchos puntos de importan– cia, principalmente acerca del Testamento y de la guarda de 1a pobreza; no pudiendo ponerse de acuerdo los capitulares, acor– dóse enviar una Comisión al Papa para pedir una interpretación auténtica de los puntos controvertidos de la Regla y del Testa– mento. Así apareció la bula Qua elongati (28 de septiembre de 1230.1. en que Gregorio IX, después de exponer las dificultades surgidas en la Orden y apelando a su cali<lad de antiguo amigo y colabo– rador <le San Francisco, al corriente por lo mismo de las inten– ciones de éste, establecía los puntos siguientes: l.º El Testamen– to no tiene fuerza ninguna obligatoria, por más que su observan– cia sea altamente recomendable. 2.º Sólo obligan a los frailes los consejos ernngélicos expresados en la Regla. 3.º Se declara ser conforme a la Regla la institución de los nuncios, como repre– sentantes de los bienhechores, y el <lepositar en manos de los amigos espirituales las limosnas para las necesidades inminen– tes. 4,." Los frailes menores no poseen nada, ni en particular ni en común; ningún derecho tienen sobre los inmuebles; sobre los utensilios y los libros sólo tienen el simple uso de hecho, y no pueden disponer de ellos sin el consentimiento del cardenal pro– tector. 5. 0 Siguen otras disposiciones sobre las atribuciones de los superiores.