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CAP. lll.-PIU!\IERA TRANSFORMACIÓN 61 El contraste de todo aquello con el recuerdo nostálgico del puro ideal de los primeros días de su vocación y de los primeros pasos de la fraternidad le iba embargando cada vez más, aunque sin hacerle caer en el estado de pesimismo que suponen algunos bió– grafos. El padecimiento le purificaba sin abatirle. Por fin, en r 1 lecho de muerte, quiso hacer la protesta más vibrante de su pro– grama. tal como él lo concebía, señalando a sus hijos, presentes y futuros, la meta hacia donde debían tender, pero resignándose al mismo tiempo a que en realidad esa meta continuase siendo un lwllo ideal y, por lo mismo, inasequible. El Testamento es. ante todo. un reconocimiento ardoroso al Seiíor por los heneficios personales; es, además, una declaración precisa y solemne de la vocación de la Orden y de su fidelidad incondicional a la Iglesia. Hace hincapié en la vocación evangé– lica. con el renunciamiento total de las cosas del mundo. sencillez y sumisión a todos, trabajo manual, rigor con los frailes que se aparten de la fo católica. prohibición de solicitar privilegios por sí o por otros (intencionada alusión a la labor protectora de Hugo– lino), prohibición de añadir glosas o explicaciones al texto de la Hegla. Pero San Francisco moría sin resolver el conflicto; éste, por el contrario, adquirió todavía mayor gravedad al desaparecer el santo de la escena y persiste todavía en la Orden como garantb saludable y providencial de un incesante rejuvenecimiento.
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