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60 MANUAL DE HISTORIA FRANCISCANA tulos que más directamente contienen lo vocación primitiva, como el sexto, que trata de la pobreza. Mantiene con igual firmeza el espíritu de libertad evangélica respecto de los ayunos y abstinen– cias, suavizándolos más que en la Regla anterior, la prohibicióu absoluta de recibir dinero, la aversión a la fundación de moradas estables o conventos, el espíritu de humildad y de sumisión, la caridad como base de gobierno y hasta el derecho de "resistencí2 ) de los súbditos, aunque algo mitigado. Entre los consejos evan– gélicos que Francisco se avino a suprimir. mal. de su grado. se halla el lVihil tuleritis in via (Le. 9. 31 y otros de abnegación y renuncia, que formaban la base de la Regla primitiva. Las inno– vaciones principales con respecto a la Regla de 1221 se refieren al gobierno de la Orden: el ministro generaL elegido en capítulo por los provinciales y custodios, será vitalicio. mientras el capítulo ge– neral no le niegue el voto de confianza; la convocación del capí– tulo se deja al arbitrio del general. A éste se reserva la aprobación de los predicadores. La Orden queda obligada a tener un cardenal protector con atribuciones de visitador. EL TESTAMENTO i 12261. Apoyado en la Regla bulada, en que hahía logrado condensai· lo más preciado de su ideal, el santo fundador se sintió fuerte para imponerse a los recalcitrantes; pero no por eso cesaron sus padecimientos morales. La interpretación práctica de la Regla no siempre se acomodaba al espíritu de la misma ni a su sentido obvio. A las veces asaltábale cierto presentimiento de que la Orden llegaría a renegar de su vocación providencial. En momentos de expansión y de desahogo con sus íntimos no podía reprimir ges– tos de profundo desagrado contra la dirección que se empeñaban en iinprimir los ministros, obteniendo multitud de privilegios de la Santa Sede, aceptando iglesias particulares, desdeñando progre• sivamente el trabajo manual, los servicios humildes y el cuidado de los leprosos, y, por otro lado, mostrando cada día mayor afán por cultivar los estudios, por anteponer la vida apostólica exterior al espíritu de oración y de humildad.