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4,82 'l!A:'\UAL DE HISTORIA FHA"iCISCA"iA del rey. Esta reforma, que se denominó de la estrecha observancia, se regía por estatutos propios redactados a base de la Regla de León X. Era la congregación que se mantuvo más adicta a la pri– mera Orden. Su gloria más preclara íué el célebre historiador de las Ordenes monásticas Hipólito Helyot ( T 1716). Menos noti– cias que de las tres importantes congregaciones mencionadas tene– mos de las otras varias extendidas en otras partes de Europa. Las hubo en la alta Alemania. en Bohemia, Hungría, Irlaada e Ingla– terra. A pesar de los daños sufridos bajo la reforma protestante, había en Alemania más de 200 casas a principios del siglo XVII y en Irlanda unas 30 en los comienzos del XVIII. Por el mismo tiem– po la congregación de Italia contaba 124, conventos y 2.250 reli– giosos, la de España 4,0 conventos y 860 religiosos, la de Francia 60 conventos y unos 900 religiosos. Menos aún se logró la uniformidad entre las religiosas tercia– rias, sometidas unas a la jurisdicción episcopal hajo la Regla de Nicolás IV o <le León X, gobernadas otras por los observantes según la Regla de León X y las constituciones redactadas por la primera Orden. En el curso del siglo XVII vinieron a añadirse nue– vas congregaciones de terciarios regulares con votos solemnes y estricta clasura, que eran consideradas como refomas de más rígi– da observancia. Tales fueron los alcantarinas, terciarias capuchi– nas, cuyas constituciones fueron aprobadas por Urbano VIII en 1630 y que llegaron a tener hasta medio centenar de monasterios en Alemania, Bélgica, Italia, Portugal y, sobre todo, Suiza, gran parte de los cuales aún subsisten. Rama aparte forman las capuchi– nas de la Adoración Perpetua, en cuyo monasterio de Maguncia, fundado en 1860, perecieron 41 religiosas en un bombardeo de 194,6; del de Puffendorf partió una expedición misionera en 1931 al vicariato apostólico de Mariannhill en Africa. También por Ur– bano VIII fueron aprobadas en 1634, las penitentes recoletas, fun– dadas con el apoyo del observante reformado Pedro Marchant (t 1661); subsisten todavía bajo el nombre de franciscanas de Limbourg, con sus estatutos algún tanto modificados. La Revolución francesa y las posteriores supresiones aniqui– laron casi completamente la tercera Orden regular. Sólo sobrevi-

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