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~I L\ L \.L DE HISTORIA FR-\'\C!SC,\"/A En 1295, Bonifacio VIII permitía a los terciarios de Alema– nia superior, que Ilevab:m vida común. levantar en sus residen– cias oratorios donde celebrar los oficios divinos. Casos parecidos abundaban a fines del siglo XIII, sobre todo allí donde las comu– nidades disueltas de beguinas se incorporaron a la Orden tercera. En el curso del siglo XIV fué aumentando de tal forma el número de agrupaciones de uno y otro sexo, que fué preciso darles una organización miis rígida y centralizada, uniformando los estatu– tos, el hábito y la observancia de la clausura y sustituyendo con una mayor estabilidad el carácter libre de los primeros tiempos. Al voto de obediencia, que se introdujo muy pronto, se añadieron luego los de pobreza y castidad. Varias comunidades de una misma diócesis, de una provincia o de una nación, formaban una congregación, y recibían, ya del ordinario diocesano, ya de los superiores de la primera Orden, autorización para celebrar sus capítulos y elegir sus superiores. Las primeras congregaciones que tuvieron ministro general pro– pio, ya en el siglo XIV, parece que fueron las de España. En 14.01 obtenían de Bonifacio VIII los terciarios regulares de ütrecht, en los Países Bajos, la mismo facultad de elegir ministro general, de celebrar el capítulo anual y de ligarse con los votos de obedien– cia y castidad, pero sin renunciar a sus haberes ni a los benefi– cios clericales. Los sacerdotes terciarios podían ser nombrados vi– sitadores de la congregación. Para acentuar todavía miis el carác– ter religioso de la agrupación, el mismo Papa lanzaba al año si– guiente la excomunión contra todos los terciarios profesos que tJe atrevieran a dejar su comunidad sin permiso de los ministros. Juan XXIII declaró, además, contra las pretensiones de los ma– gistrados civiles que pretendían exigirles impuestos y prestaciones como a los demás seglares, <Jue gozaban de todos los privilegios y exenciones de los regulares. Esta congregación alcanzó gran prosperidad en el siglo xv, llegando a contar hasta 70 conventos con unos 3.000 terciarios de uno y otro sexo. Congregaciones similares existían en Francia, en Flandes, en Lombardía, en Sicilia, en Alemania, en Dalmacia. Ea muchas de ellas las comunidades femeninas estaban unidas

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