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C\P. ff.--HESCRGBI!E:\TO. LA REGLA DE LEÓ:\ .xm ,1,í5 Los ;:reuerales de los de los conventuales y de los oh- servantes, sucesivamente en 1933. 192lB y 19:;9. diri,úeron nota– bles circulares a sus respectivas familias instando a los superiores a cumplir con sus responsabilidades sobre la Orden tercera. Al propio tiempo se han creado los comisariatos y secretariados ge– nerales, nacionales y provinciales. para centralizar la dirección dentro de cada familia frnnciscana, y se han creado organismos de enlace entre las cuatro familias. El comisariato general de los observantes publica una revista oficial titulada Ter::.iari Frances– cani d'ltalia, y el secretariado general de los capuchinos, otra re– vista internacional titulada T ertiu s Ordo. Por un sorprendente paralelismo con las ramas de la primera Orden, se ha dado especial atención a los niños, fomentando entre ellos las hermandades de cordígeros, como un aspirantado que los disponga para ingresar en la Orden tercera al llegar a la edad ca– nónica de los catorce años. AJ mismo tiempo se ha dado gran em– puje a las obras marginales, especialmente de apostolado social, mediante la creación de juventudes franciscanas, escuelas noctur– nas, escuelas del hogar, secretariados sociales, etc. Modelo de esta clase de iniciativas derivadas de la Orden tercera es la I-Ierman– dad Franciscana del Trabajo, que se estableció en Zaragoza en 1948 y agrupa ya a más de mil miembros, con una perfectísima organización de asistencia sanitaria y social, cooperativas de pro– ducción. actividades recreativas, etc. Para terminar ofrecemos los datos estadísticos que atestiguan la curva observada en los últimos cincuenta años. Son cifras apro– ximativas, ya que es difícil realizar la suma exacta de las her– mandades y miembros dependientes de cada una de las cuatro Or– denes franciscana.
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