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468 MANUAL DE HISTORIA FRANCISCANA Ibérica. La innovación más importante consistía en colocar a todos los terciarios de España y Portugal y de ambas Indias, bajo la jurisdicción del ministro general de los terciarios regulares, a quien correspondía conceder la delegación a todo aquel que hubie– ra de admitir a la profesión a los terciarios seculares. Fué una no– vedad meramente teórica que no introdujo modificación alguna en las relaciones entre la primera y la tercera Orden, relaciones que fueron confirmadas repetidas veces por los Papas posteriores. La reforma capuchina no parece reclamara sus derechos a la dirección de la Orden tercera mientras estuvo bajo la autoridad nominal del ministro general de los conventuales; más aún. tales derechos estaban impedidos por especiales decretos pontificios. Pero una decisión de la Congregaciún de Obispos y Regulares de 30 de enero de 1620 revocó las prohibiciones anteriores y reco– noció a los iguales atribuciones que a las otras ramas franciscanas. Con todo fué grande la oposición que hallaron du– rante el siglo XV!!, en Francia y Bélgica. por parte de los terciarios regulares, y en Espaíía y Cerdeíía por parte de los observantes. El pleito sostenido con los primeros fué fallado por fin a favor de los por Clemente X en 1675, y finalmente Clemente Xl dirimió toda controversia en 170-1, ratiiicanJo tres decisiones ema– nadas de la Congregación de Obispos y Regulares aquel mismo año. Sin embargo, todavía fueron necesarias nuevas intervenciones pontificias, la última de las cuales íué la de Benedicto XIV, que en 174,5 reconoció plena facultad para admitir candidatos a la Orden tercera, no sólo a los capuchinos, sino también a los descal– zos y recoletos. Conviene advertir, con todo, que foé norma ordi– naria de los capuchinos no fundar nuevas hermandades allí donde existieran otras anteriormente erigidas. De aquí que en los pobla– ciones importantes sólo admitieran terciarios aislados y que en las provincias italianas fuera escasa la propaganda desarrollada en favor de la tercera Orden. En cambio. en España, Francia, Bélgica, Suiza y Alemania hubo hermandades muy florecientes. y fué muy abundante la literatura capuchina destinada a difundir la milicia seráfica entre los seglares.

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