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CAP. II.-DIFUSIÓN E INFLUENCIA ... 463 o beatas. Muchas veces vivían en comunidad para responder mejor a su vocación caritativa. En Roma llegaron a dirigir los terciarios cuatro casas de bene– ficencia; en Cortona sostenían el hospital de la Misericordia; en Florencia fué célebre el hospital de San Pablo, cuyos enfermeros terciarios eran conocidos con el sobrenombre de bonomini; en lmola poseyeron hasta el año 14,88 el de San Francisco; en Pia– cenza era toda una gama de espléndidas iniciativas que nada ten– dría que envidiar a las obras mejor montadas de asistencia social de nuestros días: las hermanas y peregrinas pobres recibían alber– gue en el hospital de Santa Isabel; la hermandad poseja cierto número de casas que arrendaban a bajo alquiler a los terciarios necesitados; un grupo de terciarios tenía por misión volver al buen camino a las mujeres extraviadas. En Módena la Orden ter– cera organizó la asistencia a los pobres vergonzantes, recaudando limosnas para ellos; en Reggio Emilia, desde 1238, los terciarios visitaban a los pobres a domicilio y tenían abierto un dispensa– rio y un depósito de víveres. ambos gratuitos, a disposición de cualquier clase de pobres, laicos, clérigos o religiosos; en París llegó a fundar Guido de Joinville el año 1300 una hermandad de terciarios enfermeros; en Mons. Bélgica, los terciarios daban en– señanza gratuita a cincuenta niños pobres; en otras ciudades apa– recen sacerdotes terciarios dedicados a preparar jóvenes para Pl sacerdocio; en Nápoles la reina doña Sancha, terciaria y después clarisa, fundó dos monasterios, el de Santa María Magdalena y el de Santa María Egipciaca; para recogidas. Los ejemplos po– drían multiplicarsP. no sólo en Italia, sino en todas las naciones de Europa.
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