BCCCAP000000000000000000000208
436 J\IA:'.CAL DE HISTORIA FRANCISCANA 6. LA REGLA DE LA BEATA ISABEL DE FRANCIA (1259).-Fué escrita por esta hermana de San Luis para su monasterio de Long– cham p y aprobada por Alejandro IV. Ponía el monasterio bajo la dirección de los superiores de la primera Orden y admitía posesio– nes y rentas perpetuas. Fué adoptada después por algunos otros monasterios de Francia e Italia. En la fórmula de profesión, ade– más ·de los tres votos, prometían las noT.'icias clausura pepetua, por lo que se las denominó Sorores Minores inclusae. 7. LA REGLA DE URBA:\0 IV ( 1263).-Es la quinta Regla, observada por las llamadas clarisas urbanistas. Se distingue de las anteriores por el papel preponderante que restituye al cardenal pro– tector. con el fin de resolver el difícil problema de las relaciones entre la Orden de Santa Clara y la de los frailes menores. San Buenaventura, en el Capítulo de 1263, sugirió una nueva fórmula de transacción entre las clarisas y los frailes: el servicio espiritual de éstos era un mero oficio de caridad, no un deber de justicia, y dependía de la voluntad del cardenal protector, único para las dos familias. La Regla de Urbano IV tendía a restablecer la ansiada unifor– midad, ya que puede decirse que cada monasterio seguía reglas y usos propios, aunque la mayoría permanecían aún fieles a la Re– gla de Hugolino. Comienza por unificar el título de la Orden, que designa con el de Orden de Santa Clara ( se la llamaba ((Orden de San Damiárrn, ((de Damas Pobres:>>, ((de Pobres Reclusas>J, <(de Hermanas Menores)), etc.\. Suprime todas las Reglas anteriores en todos los monasterios; establece las posesiones y rentas, y en las prescripciones de la vida práctica se acomoda a la de Inocen– cio IV; se inspira principalmente en la de Santa Clara y en la de la Beata Isabel. Esta Regla encontró enorme oposición por parte de las clari– sas y de los frailes celantes, a causa, sobre todo, de la cláusula que desligaba a la primera Orden de la asistencia de las monjas impuesta por Inocencio IV y Alejandro IV. De hecho acabó por disociarse la segunda Orden en dos observancias: la de la Regla
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz