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42 MANl:AL DE HISTO!UA FR,\NCISCANA y la relajación del clero, con un profundo respeto a los sacer– dotes, aunque sean pecadores, con la palabra de paz siempre en los labios; d) austeridad y desasimiento de las cosas del mundo. pero con un optimismo y un modo de mirar las criaturas materiales diametralmente opuesto al pesimismo cátaro y valdense; San Fran– cisco arna la naturaleza creada, porque arna al Creador; este opti– mismo franciscano fué quizá el golpe más certero contra la invasión del catarismo, que a principios del siglo XIII había inva– dido gran parte de Italia. 3. 0 EL FRANCISCANISMO Y LAS ÜRDENES RELIGIOSAS ANTE· IUORES.-En el antiguo mundo grecorromano hízose necesario oponer a la corrupción urbana y al culto pagano de la naturaleza el ejemplo de una vida de expiación y de oración, con el menor contacto posible con el mundo. Así nació el monacato oriental. La época de las invasiones y la constitución de la nueva sociedad europea requería hábitos de trabajo; el feudalismo invitaba a la stabilitas loci y ésta a la contemplación. Es lo que añadió d monacato occidental. benedictino, a los ideales del oriental. Pero la nueva vida del municipio y el nuevo orden económico y político requiere la acción. La nueva institución providencial deberá vivir en medio de ese pueblo, que ya no necesita hábitos de trabajo, que se aburre con los largos cantos litúrgicos, que mira a las ricas abadías con la misma aversión que a los castillos feudales, y deberá hablarle en su lengua y enderezar y sobrena– turalizar su movilidad. Pero por otra parte es preciso dar a la nueva sociedad, demasiado entregada a la adquisición y al dis– frute de bienes materiales, el ejemplo de un desprendimiento ma– yor. Y Francisco renuncia a toda propiedad, aun en común, y repudia el dinero, que tanto deslumbra a los hombres de aquel renacimiento económico. No se propone, como otros fundadores, un campo determinado de actividad; su ideal completo lo forma la misma vida y activi– dad de Cristo y de los apóstoles. Los benedictinos y los canóni– gos regulares no habían sido fundados con miras a la predicación. sino a la oración. Habíanse dedicado, es cierto, por excepción.

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