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416 MANUAL DE HISTORIA FRANCISCA:\'A A partir de 1726 los seminarios de jóvenes, en que eran colo– cados los recién profesos al menos por dos años antes de ser admitidos a la filosofía, se destinaron, además de la formación ascética, al perfeccionamiento en las humanidades. Las materias filosóficas se cursaban siguiendo a Aristóteles, si bien en el siglo XVIII fué dedicándose cada vez más atención a las ciencias naturales y exactas, a tono con las exigencias de los tiempos. El reglamento general de 1757 determinaba: <(Como no conviene ignorar lo que en este nuestro siglo ilustrado se enseña en todas partes, los lectores han de tener al tanto a sus discípulos de las doctrinas modernas, refutarlas o presentarlas como obje– ciones ... )) Respecto de la teología mandahan las ordenaciones de lí33 que, además de la teología escolástica, se explicara también la teología positirn. Los dos primeros años estaban destinados a las materias morales y los otros dos a las dogmáticas. Con frecuen– cia los estudiantes de talento menos apto para la especulación ha– bían de contentarse con el estudio de la moral. renunciando al título de predicadores. El mismo decreto de 17.3.3 impuso como obligación el curso de retórica, cuya colocación en el programa de las materias no fué uniforme en las provincias. En el modo de dar las clases hubo cierta evolución. En un principio los lectores habían de dictar sus explicaciones para que los alumnos las escribieran. y sólo en ciertas cuestiones que exi– gían mayor esfuerzo mental se hacía la explanación verbaL Pero paulatinamente fueron editándose cursos o libros de texto para comodidad de lectores y estudiantes; así lo permitía el reglamento de lí57. En la mayoría de las provincias se tenían dos clases diarias, una por la mañana y otra por la tarde; el citado reglamento man– daba se emplearan en ellas al menos tres horas en conjunto. Era lo rnús que se podía pedir, dado el tiempo que ocupaban el oficio coral, las dos horas de meditación, las prácticas de piedad y las ocupaciones a c1ue habían de atender los estudiantes. A comple– tar las tareas escolásticas fundamentales venían las dis1mtas aca– démicas, que en el siglo XVIII alcanzaron gran florecimiento. En la segunda mitad del siglo XVIIL parte por la revolución
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