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414, '.\!Ai\TAL DE IIISTOHIA FRANCISCA'iA Debióse de hallar dificultad en un principio en hermanar el cultivo de la escolástica con el espíritu de la Orden. Todos los grandes teólogos que vistieron el hábito en los primeros tiempos eran escotistas convencidos. Pero Scoto no podía servir de educa– dor de la joven reforma. Muy luego se notó la preferencia por San Buenarentura, cuyos métodos intelectuales llenaban plenamen– te el ideal capuchino del estudio. Y consta que ya en 1569 los capuchinos pasahau por decididos bonaventurianos. El mérito ele haber encauzado a la Orden en esta dirección corresponde al primer director del Stuclium generale. de Roma. Je– rónimo de Pistoya. Había estudiado ya las obras del seráfico doc– tor antes de hacerse capuchino, y en cuanto fué encargado del nuevo colegio implantó en él el método y la doctrina de San Bue– naventura. El ideó la primera edición de las obras del olvidado maestro patrocinada por San Pío V. Cuando el Papa franciscano Sixto V decretó en 1588 los honores de doctor de la Iglesia a San Buenaventura, ya no titubearon los capuchinos. Sin embargo nunca se llegaría a formar una escuela capuchina propiamente dicha; los pensadores capuchinos, en medio de sus caracteres comunes, mantendrían siempre su personalidad indivi– dual. A pesar de los esfuerzos de los capítulos generales, San Bue– naventura no se convierte nunca en el doctor de la Orden. La tra– dición bonaventuariana será como una atmósfera mental, método y espíritu de trabajo, no un sistema. Hubo, con todo, insignes teólogos que se esforzaron por crear el sistema bonarenturiano, y el primero fué Pedro Trigoso de Ca– latayud ! t 1593 l. que se había formado en las universidades de Alcalá y Salamanca y había dejado la Compañía de Jesús para hacerse capuchino. Después de haber seguido a Santo Tomás du– rante cuarenta años. hízosc bonaventuriano decidido y acometió la difícil empresa de componer una Summa Theologica del doctor seráfico. Al morir en 1593 dejaba puhlicado el primer tomo y el segundo en preparación. Su discípulo. ::\1iguel de :\'ápoles. com– pletó la obra. dividiéndola en siete volúmenes: pero murió tam– bién sin verla ¡mhlicada. Este empeño por reducir a síntesis el pensamiento de San Buenaventura íué llevado adelante por ::\Iau-
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