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CAP. XI.-LAS MISIONES 4,09 cripciones. La floreciente misión de Eritrea data de 1894. Con el fin de proveer a la formación de los jóvenes indígenas de estas misiones Benedicto XV instituyó en el recinto del V aticane en 1919 el Colegio Etiópico bajo la dirección de la Orden capuchina; en 1930 pasó a depender de la Congregación de la Iglesia Oriental. En el resto del territorio africano la Orden ha ido tomando otras misiones: Seychelles (1852), Ubanghi 11911), Dar-es-Salaam (1920), Rltodesia septentrional ( 19311, !l1ayotte-Nossibe (19321, Quelimane (19-1.4), Cabo Verde íl94,7), Luanda (19-1,71. También en las misiones de América, restauradas bajo los aus– picios de la Propaganda, el personal fué en un principio totalmen– te italiano; después lo ha seguido siendo en el Brasil. volviendo a ser español en las demás repúblicas, con pequeñas excepciones. Las antiguas misiones venezolanas quedaron arruinadas a princi– pios del siglo XIX, unas por falta de vocaciones misioneras, otras por efecto de la emancipación; los misioneros catalanes de Gua– yana fueron asesinados en 1817 por orden de Bolívar. Las misio– nes del Brasil, suprimidas en 1822 por Pedro I, eran reanudadas en 184,0 a petición del mismo gobierno brasileño; restauráronse las tres antiguas prefecturas y en 184.6 se crearon otras cinco vice– prefccturas. En 1889 inicióse la implantación ele la Orden, sienclv confiada con tal fin a la provincia de Trento la misión de Sao Paula; después otras provincias se han encargado de sus corres– pondientes misiones: la de Lombardía, Maranhao 11892); la de Las Marcas,. Bahia ( 1893); la de Saboya, Río Grande do Sul t 1896¡; la ele Siracusa, Río de ]aneiro 11896); la de Nápoles, Pernambuco 11897,1; la de I"mbría, Solimoes Superior 119101, la de Venecia, Paraná /19191; la de Messina, Minas Geraes 119351. Todas éstas eran de las llamadas misiones lato sensu transforma– das en custodias provinciales en 1937, a excepción de la de Soli– moes que sigue dependiendo de la Propaganda. Venezuela volvió a llamar a los capuchinos en 184,1; dirigióse allá una expedición de cincuenta exclaustrados de España, entre ellos el P. Esteban de Adoáin, pero en 184,9 eran expulsados. Efecto de aquella expulsión fueron las fundaciones de Guatemala, San Salvador y Ecuador. Más tarde se hicieron otras en Honduras,
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