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4,00 i\IANUAL DE HISTORIA FR,L'-CISCA'.'iA siones de los capuchinos franceses por diez años, con amplí,;inrns atribuciones. Los dos prefectos podían reclutar los misioneros d,, cualquiera de las provincias francesas. Para facilitar el gobiernc1 de las misiones distribuyeron en 163-1, todo el territorio en d,,;, circunscripciones: la custodia griega y h siropalestinense, cada una presidida por un custodio nombrado por los prefectos y con– firmado por el general de la Orden. A la muerte del P . .losé, la Congregación prefirió confiar cada misión a una provincia deter– minada: la de París quedóse con la custodia ele Grecia, donde los capuchinos se habían establecido en 16:26 a la sombra de la em– bajada francesa de Constantinopla, extendiéndose luego por el ar– chipiélago y por la costa del Asia Menor; la de Tours se encargó de las estaciones de Chipre, Aclalia, Alepo y Persia, fundadas de 1626 a 1628 por el incansable explorador P. Pacífico de Provins, de las de Egipto, donde se estableció el beato Agatángel de Ven– dome en 1633. y de la de 51ossul, cuya residencia no llegaría a fijarse hasta 1636; a la provincia de Bretaña le fueron asignadas las misiones de Etiopía, que no había de producir otro fruto que el martirio de los beatos Agatángel de Vcndome y Casiano de Nan– tes en 163,, de Damasco, Sidón, Beyrut, Trípoli de Siria y :liante Líbano, fundadas en su mayoría de 1625 a 1629. La custodia de Alepo pasú en 1,5~1, a depender de la provincia de Lille, por verse la de Tours falta de personal. El P. José clu Trembby consiguiú que el H.ey Cristianísimo lomara bajo su protección todas estas misiones, protección corres– pondiente a la que ejercía el rey de Espafía sohre la custodia de Tierra Sanla. Los capuchinos eran capellanes de todas las emba– jadas y consulados franceses en el Imperio turco; el sostenimiento de las misiones corría casi completamente por cuenta del erario francés. La labor de los misioneros se dirigió principalmente a los cismáticos y herejes de las diferentes denominaciones; por ex– cepción tuvo corno blanco a los mahometanos. El medio de intro– ducirse era unas veces el ejercicio de la medicina; otras, sobre todo. los estudios científicos; pero más que nada el ejemplo de su vida. Como era de prever, luego se planteó el conflicto con los franciscanos de la custodia de Tierra Santa; en 1626 se dió un

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