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CAP. XL-LAS MISIONES :393 Sales: comprensión, suavidad. ejemplo de sacrificio, pureza de vida. Los capuchinos no se preocuparon sólo de llevar adelante la reducción de los protestantes, sino que trataron de organizar tam– bién entre los católicos la cooperación a tan difícil empresa; tal era la finalidad de la asociación llamada de la ccExaltación de la Santa Cruz)), fundada por Jacinto de París en 16:32 en la capital de Francia; sus estatutos fueron aprobados por Urhano VIII. por el rey y por el arzobispo de París; extendióse grandemente. pero habiendo caído en la tacha de jansenismo. foé suprimida en 1653; no por eso se disolvieron sus miembros, sino que subsistieron Ins– ta la Revolución francesa bajo el nombre de Noui·ea.'I: conrertis. En Francia los capuchinos adoptaron desde el principio una actitud resuelta frente a los hugonotes. Al publicarse el Edicto de ;\'antes en 1593 varios de los más destacados predic:1dores lo con– denaron gallardamente, exponiéndose a las iras de Enrique IV. Todas las provincias capuchinas tomaron parte más o menos acti– va en la labor desarrollada por recobrar el terreno ganado por la herejía, ya mediante la predicación y la catequesis, ya mediante misiones organizadas, corno la del Poitou, iniciada por el P. Trem– blay en 1617 y continuada con éxito hasta la torna de la Rochela en 1623, la de Béarn, comenzada en 1613, y la del principado de Sedán, fundada en 1635 y colocada bajo la Propaganda en 161,9; en esta última trabajó con gran fruto el P. Felipe de Morlaix, te– mible polemista. Los ralles ele los Alpes. zona en constante litigio político y reli– gioso entre los estados fronterizos. fueron el primer objetivo de las misiones organizadas por las provincias italianas. La primera en fundarse fué la de la Valtellina, accediendo a una petición he– cha en 1572 por San Francisco de Sales al ministro general; esta expedición. sacada de la provincia de Milán y dirigida por el Pa– dre Francisco de Bormio. sería el núcleo de, la futura provincia de Suiza. A requerimiento del duque de Saboya, Carlos Manuel, Clemente VIII envió en 1596 una misión a los valles del Piamonte invadidos por el calvinismo; en breve tiempo los capuchinos lo– graron restaurar la fe ortodoxa, renovar la vida cristiana, restable– cer la jerarquía y poner en práctica los cánones tridentinos. Al

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