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CAP. I.-VOCAC!ÓN" DE SAN FRANCISCO Y DE SU ORDEN 39 Pero lo es el modo peculiar de entender y llevar a la práctica ese ideal esencial. No faltan quienes lnn pretendido ver en San Francisco un fondador oportunista por cálculo, conocedor de los males funda– mentales de la época. Otros, por el contrario, le presentan como un inconsciente, a merced de impulsos cuyo alcance no era capaz de percibir. Ambos extremos pugnan con la realidad histórica. San Francisco tuvo conciencia de su misión y de su obra, aunque no desde cl primer momento de su conversión. Percatóse, además, de que era un verdadero reformador y comprendió lo que para serlo se requiere: respeto a la Iglesia, sumisión a la jerarquía, dar el ejemplo reformando la propia vida ... ; pero él no se pre– ocupó de analizar las causas profundas de los males de su época ni hubiera podido precisar a punto fijo cuáles eran éstos. Sabía dónde se halla el camino seguro y se lanzó por él sin contempla– ciones. No le importaba que las demás instituciones monásticas hubieran ejercitado o no el apostolado, que hicieran o no peni– tencias y austeridades, que hubiera ciertos herejes que abusaban del concepto de pobreza evengélica, que hubiera grandes abadías objeto de escándalo para el pueblo sencillo, que la predicación popular se ejerciese de una manera indigna ... ; él sólo sabía que los frailes menores tenían como misión llevar a todas partes la observancia del Evangelio en su propia vida. l.º EL FRANCISCAN!SMO Y EL MEDIO AMDIENTE QUE LE V!Ó ::'IACER. AMDIENTE SOCIAL.-Al alborear el siglo XIII comienza ¡¡ resquebrajarse la unidad del feudalismo y del Imperio germánico. En Italia hace su aparición una nueva fuerza que se debate contra esas dos instituciones medievales: el común o municipio, con ~u desarrollo industrial y comercial independiente, de nuevo tipo. con su nueva economía monetaria, con sus nuevas exigencias y su movilidad de vida democrática opuesta a la estabilidad feudal. Asís se halla en el período de sus primeras agitaciones comuna– lPs, y Francisco, en su juventud, toma parte activa en la lucha, enrolado entre los uburgensesn y ((minoresJJ contra los cmrniores¡,. El caso de Asís es un episodio entre mil en la efervescencia gene-
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