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CAP. !.--VOCACIÓN DE ~A:\ FRA:'\CISCO Y DE SU ORDEN 35 ---~~------- ----------------- ejecución; poseía, por el contrario. reflexión profunda y volun– tad decidida. Por su sentido práctico de la vida se acreditaba hijo de mer– cader burgués, pero el alma de caballero, que le enlazaba por medio de la madre con la nobleza feudal, se revelaba en forma de afabilidad natural, cortesía. liberalidad. lealtad, audacia y de– cisión. Este temple caballeresco es nota destacadísima antes y después de su conversión: Fnmcisco concibe el servicio de Cristo como una suerte de caballería andante. Además de caballero es poeta. Ama la vida y la naturaleza; capta el lenguaje de las cosas y hace rimar la creación entera al compás de su alma enamorada. Siente un deseo insaciable de acción. de derramarse hacia fuera; y por otro lado le embarga el atractivo de la soledad y con frecuencia cree tener vocación de ermitaño. Su cultura intelectual era la cultura media de los que, no habiendo cursado el trírium y el quatririum, no podían figurar entre los clerici o litterati; él gustaba de llamarse simple e idiota. pero no era un ignorante; dominaba bastante bien el latín co– rriente del siglo XIIL rústico e incorrecto; cantaba en lengua pro– venzal; sabía de romances y trovas; y, sobre todo, leía y medi– taba la Biblia, principalmente el ~uevo Testamento. que dominaba por entero. San Francisco tenía. además. su ideal personal de santidad. efecto en parte de esas mismas cualidades naturales que trataba de sobrenaturalizar. en parte de la reacción contra el abuso que de 'el1as había hecho tal vez antes de su conversión-porque Fran– cisco se tenía por auténtico convertido-y en parte, finalmente, de su conciencia de ser la Regla viva de sus frailes. Tal era el marco en que la gracia divina labraba aquella alma privilegiada. Pero al tratar de deslindar lo que hay en San Francisco de personal y privativo y lo que de él ha <le participar su Orden, no debemos olvidar que Dios modela los fundadores conforme a los fines de la institución a que han de dar el ser. Lo que carac– teriza la personalidad de San Francisco pertenece de alguna ma– nera a la Orden seráfica. Además hubo en él cierto empeño en

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