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CAP. VI.-DECADENCIA Y RESTAURACIÓN 341 Desde el capítulo de 1789, al que ya no pudieron asistir los voca– les de Austria, Toscana, Nápoles y Sicilia, por impedírselo sus res– pectivos gobiernos, hasta 184,7 no volvería a reunirse la asam– blea general de la Orden; los superiores generales serían renova– dos, bien por decreto inmediato de la Santa Sede, bien mediante el envío de votos secretos desde las provincias. De 1789 a 1796 rigió la Orden Angélico de Sassuolo. En 1796, sin congregar el capítulo general. Pío VI nombró general al espa– ñol Nicolás de Bustillo, que al ser tomada en 1798 la ciudad eterna huyó a su patria para no volver. Dispersados también los defini– dores generales, el gobierno de la Orden quedó en manos del P. An– gélico de Porto Fernio en calidad de comisario general hasta 1806. Entre tanto, en 1804, el gobierno español, de tendencias cismáti– cas, había arrancado a Pío VII la bula lnter graviores, por b que el cargo de ministro general debía alternarse entre España y las demás naciones. De 1809 a 1821 rigió los destinos de la Orden desde Roma d P. Mariano de Alatri como vicario general. Eran días en extremo calamitosos. En 1802 habían sido expulsados los religiosos en el Piamonte y Saboya; en 1809 Murat decretaba la supresión de to– dos los conventos en sus dominios de Nápoles, y en el mismo año ocurría lo propio en España; en 1810 se daba el decreto general de supresión de las Ordenes religiosas en Italia. El P. Mariano de Alatri tuvo que refugiarse en Cerdeña, después de haber sufri– do dos años de confinamiento en Córcega. En Bélgica la supresión había sido decretada ya en 1796. En Austria la situación de los regulares mejoró ligeramente bajo Francisco I, pero los conven– tos del Tirol hubieron de sufrir las consecuencias de las guerras y de las supresiones. En Baviera el regalismo llegaba hasta las últimas consecuencias, sin detenerse en la ocupación de los con– ventos y en la secularización de multitud de comunidades. Ocu– pada la orilla izquierda del Rhin por las tropas francesas des– de 1792, padecieron grandemente las provincias de Colonia y de Rhenania; en 1802 venía la supresión total. La provincia de Suiza pudo reponerse en 1803 de los quebrantos sufridos como conse– cuencia de la revolución.

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