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CAP. V.-ÉPOCA DE ESTABILIZACIÓ'.'i Y PROSPERIDAD 333 transgresión; la unción y delicadeza del texto primitivo había des– aparecido. Por fin, el mismo cardenal protector hubo ele avenirse a retirarlas, y en el capítulo ele 164,3 se acordó hacer una nueva redacción, que debía conservar el texto tradicional con las nece– sarias adiciones tomadas ele las ordenaciones ele los capítulos ante– riores. Así aparecieron las constituciones de 1643, promulgadas por un breve ele Urbano VIII; son las que han ele regir a toda la Orden por espacio ele dos siglos y medio sin ninguna mutación. Durante el generalato ele Marco Antonio ele Carpeneclolo (1662- 1665), exactamente en el año 1663, esparcióse primero en Roma y luego por Italia, Francia y España, con extraña rapidez y per– sistencia, el rumor ele que el Papa Alejandro VII tenía preparada la bula ele supresión de la Orden capuchina. Fué un contratiempo que acarreó graneles sufrimientos a los religiosos; hubo munici– pios que se apresuraron a inventariar los bienes de los conventos; las limosnas se interrumpieron y disminuyeron las vocaciones. Tra– bajo costó disipar semejante infundio, aun después de la declara– ción del cardenal protector Jerónimo Farnese, que se distribuyó impresa por todas partes. Nunca se supo con certeza ele dónde pro– cedió aquella campaña difamatoria. En el capítulo general de 1678 llegó al extremo límite la eno– josa cuestión ele la igualdad de derechos entre las provincias. lnocencio XI, en vista ele la decisión de los ultramontanos de abandonar la asamblea, decretó por fin la iguldad absoluta. Los custodios c,.supernumerarios)) ele las provincias privilegiadas conti– nuaron acudiendo a los capítulos, pero no gozaban de voz activa; a principios del siglo XVIII dejaron de asistir. OBJETOS DE LA PHEDILECCIÓ'.'i DE LOS PAPAS. En adelante los capítulos se sucedieron sin notables altera– ciones. En cambio los sucesos externos repercutieron notablemente en las comunidades. Durante la guerra del Palatinado 11688-1697), como antes en la guerra de los Treinta Años, tuvieron que sufrir grandemente las provincias alemanas. Pero las mayores calamida-