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332 MANUAL DE HISTORIA FRANCISCANA tanos presentes. Pedían éstos que el cargo de ministro general du– rase ocho o diez años ( siempre se ha notado en los ultramontanos esta tendencia a extender la duración del mando supremo de la Orden en contra de la tendencia italiana a abreviarlo); que en cada capítulo general se eligieran seis definidores ultramontanos y seis cismontanos, al estilo de lo que se hacía en la Observancia; que de cada provincia no concurriera más que un custodio, etc. Ha– bían sabido hacerse con el apoyo de varios príncipes seculares para lograr su intento, y hasta llegaron a redactar 19 artículos, por los que debía regirse b ((familia ultramontana)) una vez he– cha la división. Afortunadamente no era sino una reducida mino– ría la que intentaba llevar a la Orden a este paso deplorable, y nada consiguieron. La comisión cardenalicia determinó que en adelante cada provincia no enviase más que dos custodios; pero que por cada nueva provincia que se creara se devolviera un voto a las diez provincias privilegiadas. Esto equivalía a dejar el asun– to como antes. El nuevo general, Inocencio de Caltagirone (164.3-1650), logró ganarse los ánimos de todos con su tacto y su eximia santidad; su recorrido por las provincias de Francia y España fué una marcha triunfal; en todas partes era recibido con grandes aclamaciones por el pueblo y con extraordinarias muestras de afecto por los grandes; no menor era la veneración que le profesaban los reli– giosos. A la muerte de Lrbano VIII el procurador general logró neu– tralizar por fin el afán del cardenal Barberini por intervenir en el gobierno de la Orden. ]\;inguna de sus intervenciones había sido tan mal recibida como la revisión de las constituciones, prepa– rada por el mismo cardenal con ocasión del capítulo de 1637 y promulgada al año siguiente mediante un breve de Urbano VIIL sin haber sido sometida a la aprobación del capítulo general. La oposición fué abierta y unánime, sobre todo en las provincias ultramontanas. Y no era sólo el abuso de autoridad lo que des– agradaba; habíanse añadido multitud de nuevas prescripciones y se había dado a la legislación de h Orden un carácter de código penal en que se señalaban por menudo las sanciones contra cada
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