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CAP. V.-ÉPOCA DE ESTABILIZACIÓC'i Y PROSPERIDAD 331 4,16 documentos referentes a los capuchinos; entre otras muestras de predilección debe mencionarse la construcción en Roma del gran convento de la plaza Barberini. La Orden, con todo, hubo de probar serias desazones por causa ele las intromisiones arbitrarias del mismo Antonio Barberini, nombrado cardenal protector. Por haberse enfrentado con él tuvo que presentar la dimisión el santo general Antonio de Módena 11633-1636). A su abdicación siguió un capítulo general tormentoso ( 1637), en que el cardenal tuvo que oír protestas audaces. Añadióse la querella de nacionali– dad, planteada de plano por el rey de Francia Luis XIII, que pro– hibió la asistencia al capítulo a todos los vocales franceses por no haber conseguido la garantía de la igualdad de votos entre todas las provincias de la Orden y un puesto de su nación en el definito– rio. Los vocales españoles y los demás ultramontanos se negaban a tomar parte en el capítulo mientras no se acordase la igualdad reclamada. La intervención de Urbano VIII aquietó los ánimos por el momento. Desde los primeros tiempos había algunas provincias italianas que enviaban al capítulo general un número de custodios supe– rior al de las otras provincias: las de Roma, Umbría, Las Marcas y Bolonia tenían derecho a cinco; las de Venecia, Toscana y >lápo– les a cuatro; las de Basilicata, F oggia y A.bruzos a tres; todas las demás a dos. A medida que iba aumentando la proporción de los representantes de las demás naciones parecía más intolerable semejante anomalía; para los ultramontanos no era solamente cues– tión de participación en el gobierno supremo, sino principalmente asunto de mentalidad y de criterios sobre problemas fundamenta– les de la vida de la Orden. En 1613 los franceses y españoles acu– dieron al Papa pidiendo se estableciera la igualdad absoluta, seña– lando dos custodios a todas las provincias; pero nada se consiguió. Como en los capítulos siguientes se hicieran idénticas reclamacio– nes, en 1633 se nombró una comisión ele cardenales para fallar en la contienda; el fallo :fué contrario a los ultramontanos y el car– denal Barberini impuso silencio en adelante. Otra nueva comisión hubo de nombrarse en 164,3 al no comparecer los vocales espa– ñoles en señal de protesta y ante la actitud de los demás ultramon-

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