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CAP. III.-SEGl'NDA ETAPA DE LA EVOLUCIÓN 317 ----------------------- -----~-----------------~---- Una nueva victoria constituyó la institución de un cardenal protector aparte en 1564. Hasta es~a fecha toda la Orden francis– cana hahia tenido un solo cardenal protector. Entre los vicarios generales que gobernaron la Orden después del Concilio destacan Evangelista de Ccmnobio (1564,-15671. Mario de Mercato Sarnceno ( 1567-1573). Jerónimo de Montefiore (1574,- 1581). Jerónimo de Polizzi ( 1587-1593). San Lorenzo de Brindis (1602-1605) y Clemente de '\Joto 11618-1625). Bajo la dirección de estos superiores, todos ellos eminentes en ciencia y penetrados del genuino espíritu franciscano, la Orden capuchina da el último paso en su evolución. Los decretos triden– tinos hacen aparecer las casas de estudio y el cultivo de las cien– cias entra a formar parte de las actividades esenciales de la Orden; se construyen conventos más espaciosos; se imprime a las comu– nidades una disciplina más rígida. con merma de la espontaneidad de los primeros tiempos; y, sohre todo, se produce la gran expan– sión geográfica, traspasando los Alpes y enviando las primeras expediciones misioneras. Al finalizar el período las provincias su– maban ya 4,0 y los religiosos llegaban a 15.000. '\lo podía n1enos de suceder que hiciera su aparición, aunque momentáneamente, el eterno fenómeno de las instituciones fran– ciscanas: la aversión de cierto partido hacia la marcha empren– dida. añorando los días de Albacina. Y hubo movimientos de reforma. cun tendencia a la vida contemplativa, corno el que se produjo en la provincia de Roma bajo el gcnernbto de Jerónimo de 1\lontefiore y el que apareció algo antes en Francia. San Lo– renzo de Brindis reprimió con energia tales singularidades. Las dificultades externas no cesaron, y ahora provenían tam– hi[,n de los conventuales. Pero la Santa Sede consideraba ya la reforma capuchina como una fuerza de primer orden en la res– tauración catúlica y nada hahía que temer. En 1603 Paulo V diú una constitución apostólica en que declaraba a los capuchinos verdaderos menores e de San Fran<'Ísco en igual sen– tido que bs o!rns ramas franciscanas. Por fin. el 23 de enero de 1619. el mismo Papa, mediante el breve Hias recordatio11is, suprimía la dependencia nominal

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