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CAP. !.-VOCACIÓN DE S.-L~ FRANCISCO Y DE SU ORDEN 31 siglo XIII fué el convertido J. GOERRES. interpretándole a través del Cántico del Sol (Estrashurgo, 1826). Como poeta conocieron también a San Francisco Michelet y Ozanam. La primera bio– grafía inspirada en el nuevo ambiente fué la del protestante alemán KARL HASE (Leipzig, 1856), que sirvió de hase a RENAN para perfilar, con atractivo incomparable, la imagen del ((segundo Cristo)), Renan formó escuela en Francia. A sus discípulos supo trans– mitir, no sólo el amor al santo de su predilección, sino también, y por desgracia, sus prejuicios sectarios, aquel virus antirromano y antiesc;olástico de su corazón apóstata. PAUL SABATIER recibió del maestro el encargo de estudiar a San Francisco. Su obra. aparecida en 1894,, ha recorrido todo el mundo traducida a todas las lenguas. Afortunadamente, los lectores de la Vie de Saint Franr;ois han descubierto casi siempre la contradicción entre el San Francisco que creyó ver el pastor protestante y el que en realidad ofreció al público, a fuer de sincero. El gran historiador y literato concibe a San Francisco con criterio netamente protes– tante y ve en él un precursor de la reforma. Se complace en hacer resaltar el contraste entre el ideal del santo y el de la Iglesia Romana, este último representado en Hugolino. El fran– ciscanismo auténtico, con su espontaneidad y su visión sencilla del Evangelio, habría sido adulterado y al fin destruído por el formalismo y el sentido organizador de la curia romana. Sin em– bargo, su mismo amor al Poverello llevó a Sabatier a abandonar paulatinamente muchos de sus puntos de vista. Al morir, en 1928, trabajaba en una nueva revisión de su obra maestra. La edición definitiva de 1931 fué preparada por A. Goffin, a base de las últimas publicaciones del autor. Aunque el gran impulso franciscanista vino del campo hete– rodoxo, no fué el único. A Sabatier había precedido en 1879 la biografía escrita por el P. LEOPOLDO DE CHÉRANCÉ, capuchino, quizá la más popular aun en nuestros días. El centenario del na– cimiento del santo, 1882, fué celebrado con copiosa producción literaria. Entre las biografías de aquella fecha destacan la del P. PALOMES, de escaso valor crítico, y la de doña EMILIA PARDO

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