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304 l\IANUAL DE HISTORIA FRANCISCANA hábito será estreeho y ajustado; las sandalias se permiten como excepción al que no puede ir descalzo. 5. 0 ~o se admiten síndicos ni procuradores. Las casas se edi– ficarán fuera de las ciudades y quedarán siempre en propiedad de los bienhechores; mientras sea posible se construirán de mim– bres y harro; las celdas han de ser tan pequeñas y estrechas, que más bien parezcan sepulcros. Habrá una o dos ermitas apartadas del convento para retirarse los frailes con toda libertad a hacer oración y llevar vida más rígida. En cada casa no habrá más de siete u ocho religiosos, en los conventos más importantes diez o doce corno máximo. Las iglesias han de ser pequeñas y pobres; se desterrarán de ellas los ornamentos de seda y terciopelo y los cálices de oro y plata. 6." Los superiores han de enviar fuera a los predicadores con frecuencia, pero éstos no aceptarán retribución alguna JJOr sus ministerios; la predicación será sencilla y llana. Cada predicador no tendrá más de uno o dos libros; sólo se permite estudiar la Sagrada Escritura y los autores devotos; nadie se atreva a erigir casas de estudio. Los religiosos se abstendrán absolutamente de oír confesiones de seglares fuera de algún caso de necesidad extrema. En estas constituciones, que llevaban por título Costituzioni dei jrati detti della vita eremítica, han creído descubrir algunos el sello ele la Cmnáldula y del ideal personal de Ludovico de Fos– somhrone. De hecho casi todos los puntos responden a abnsos existentes en la Orden y son el eco de las aspiraciones comunes a todos los movimientos franciscanos ele reforma: reliro del mun– do, austeridad de vida, sencillez. pobreza, coniemplación. Es la tentación de la vida eremítica, latente siempre en la historia ele la Orden como lo fué en la vida del seráfico fundador, que siem• pre acaha por ser superada por el destino esencial de la vida mixta. En Alhaciua foé elegido vicario '.\Iateo de fü1scio y obligado a conlrn su voluntad. A los diez días renunciaba el cargo para mejor su vncaciún de predicador ambulante. Las riendas del gohierno pasaron entonces a Ludovico de Fo:-som– brone, que era definidor primero. El general de la nueva reforma lo era el maestro general de los coin-entuales.
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