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288 MANUAL DE HISTORIA FRA."i'CISCANA las capillas catedralicias de Ravenna, Forlí, Osimo y, sobre todo, la de Loreto. A la escuela veneciana perteneció el famoso contrapuntista Constancia Porta de Cremona ( t 1601), maestro y reformador de varias capillas catedrales; escribió muchas obras de teoría musi– cal. Discípulos suyos fueron Bona Valerio, Ludovico Balbi y Jeró– nimo Diruta, autor de un importante método para aprender órga– no y clavicordio. Por entonces sobresalió Julio Belli de Longia– no ( t 1615), compositor y publicista; y más adelante, Francisco María Angeli (t 1697), autor de buenas composiciones a ocho vo– ces y dos coros. En el siglo XVIII fué famoso el veneciano Antonio Calegari ( t 174,21, compositor y tratadista. Mayor resonancia alcanzó la escuela de Bolonia, en la cual despuntó ya en el siglo XVII Juan Bta. Aloisi; pero el que la llevó al apogeo fué Juan Bta. Martini ( t 1784,), quizá el más eminente compositor italiano del siglo XVIII y ciertamente el más erudito de los musicógrafos de su tiempo; a él se debe la primera historia universal de la música; gozó de fama mundial y tuvo innumera– bles discípulos dentro y fuera de la Orden. Tales fueron José Pao– lucci ( t 1776), Luis Antonio Sabbatini ( t 1809) y el predilecto del maestro y sucesor suyo Estanislao Mattei ( t 1825), a quien se deben incontables composiciones y tratados teóricos; Mattei for– mó escuela aparte y contó entre sus discípulos al gran maestro de ópera Joaquín Rossini ( t 1768). Es interminable la lista de los conventuales que figuraron en casi todas las ciudades italianas como maestros de capilla u organistas. A los italianos debe jun– tarse el nombre del bohemio Boleslao Czernohorsky ( t 174,0) y el de su discípulo Restituto Fiedler. La tradición musical de los conventuales se perpetúa en nues– tros días con firmas renombradas, y de ella es un índice elocuente Ia Editorial Franciscana de Música establecida en Asís.

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