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CAP. V.-MÉRITOS EN LAS CIENCIAS Y EN LAS ARTES 287 y alemán. Una estatua de bronce atestigua la gratitud del muni– cipio de Friburgo hacia su bienhechor. LITERATOS Y Mt;SICOS. No menos que en las ciencias se distinguieron los conventuales , en la literatura y bellas artes. La poesía y la música, dos flores que siempre hallaron propicio el clima franciscano, han tenido entre ellos eximios cultivadores. Apenas hay un escritor, sobre todo en el siglo xvrn. que no añadiera a sus publicaciones serias alguna producción poética, y son numerosos los poetas de auténtico valor. Baltasar Paglia de Caltagirone (t 1705), teólogo y filósofo, poeta laureado y miem– bro de varias academias, cultivó con preferencia la poesía latina; Domingo Guglielmini ( t 1706), siciliano como el anterior, fué fe. cundo versificador y se ejercitó también en la pintura; Francisco Moneti de Cortona ( + 1713) fué muy celebrado en su época como poeta festivo y satírico; el alemán Antonio Wissingh ( t 17161 dejó publicados muchos poemas latinos de no escasa vena y hasta una Theologia rythmica; del obispo de Acquapendente Bernardo Ber– nardi ( + 175ffl, teólogo, orador y poeta, se conservan varias co– lecciones de versos; Casimiro Liborio Tempesti, además de autor ascético e historiador, fué literato renombrado y dejó impresas muchas obras poéticas; ninguno quizá alcanzó la fecundidad e ingenio de Guillermo della Valle ( t 1805), erudito relacionado con los hombres más doctos de su tiemJJO; escribió copiosamente sobre asuntos de historia y crítica del arte, lo mismo que sobre temas político-sociales; son famosas sus Lettere Senesi; contemporáneo suyo íué Lorenzo Fusconi ( t 1814,), buen literato y miembro de la Arcadia de Roma; publicó cuatro tomos de poesías; como poeta latino se distinguió algo después Francisco Villardi l. t 1833) y como historiador del arte Luis Pungileoni ( t 1844). Más numérosos y de mayor renombre son todavía los músicos. En la historia de este bello arte son conocidas las capillas conven– tuales de Padua. Venecia, Asís, Milán, Bolonia y Roma. Fuera de la Orden deben su origen a renombrados maestros conventuales
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